En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

Familias hinchables

En las civilizaciones más antiguas, el papel de los ancianos era de vitalísima importancia para que las mismas progresaran. Eran sociedades en las que se vivían unos valores que contribuían a mantener más fuerte la convivencia y el respeto entre todos gracias también a que se protegía a estas personas. Hoy en día, esa forma de pensar ha dado un giro de 180 grados con la práctica cada vez más extendida del edadismo, un término que fue acuñado en 1968 por el gerontólogo y psiquiatra Robert Butler para referirse a la discriminación contra las personas mayores. Butler definió, en concreto, al edadismo como una combinación de elementos entre los que se encuentran las actitudes perjudiciales hacia ese tipo de personas, la vejez y el proceso de envejecimiento; las prácticas discriminatorias contra ese sector poblacional; y las prácticas institucionales y políticas que perpetúan los estereotipos sobre las personas mayores.

Para Butler, el edadismo es una de las tres grandes formas de discriminación de nuestra sociedad, "por detrás del racismo y el sexismo, y es la menos visible". En el Plan Internacional de Acción de las Naciones Unidas, en 2002, la problemática del maltrato hacia las personas mayores se situó dentro de la violación de los Derechos Humanos Universales. Según Butler, "esta discriminación implica actitudes negativas hacia las personas mayores, la edad avanzada y el proceso de envejecimiento, creyendo que son una carga para la sociedad".

El edadismo está en todos los niveles de la sociedad y en todas las profesiones y es aún más acusado en el caso de la mujer. Según los expertos, las secuelas de quienes lo sufren son o pueden ser la pérdida prematura de independencia; una mayor discapacidad; un mayor índice de depresión; ansiedad; la reducción del sentimiento de autoeficacia; la disminución del rendimiento; el estrés cardiovascular; y la mortalidad anticipada. Insisto, es inaceptable que hayamos pasado de honrar a nuestros mayores a, en algunos casos, dejarlos abandonados en residencias o en pisos en los que viven solos.

En España, casi dos millones de personas mayores residen en soledad en sus casas y sufren también en algunos casos el edadismo. Muchas de ellas se sienten solas y esa carencia afecta a su estado de salud. Por eso, es de aplaudir -hasta la extenuación de las palmas- la campaña Familias hinchables, una iniciativa de la ONG Grandes Amigos con la que se pretende sensibilizar sobre un problema -el de la soledad de los mayores- que parece invisible en nuestra sociedad, pero que genera mucho sufrimiento. Según la ONG, "se trata de medidas de voluntariado o de recursos vecinales de acompañamiento que generen verdaderos vínculos de afectividad. La ciudadanía, con pequeñas acciones, puede cambiar la vida de estas personas. Para ello hace falta una compañía real de carne y hueso".

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