La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

¿Falta en España democracia?

No se persiguen las ideas independentistas, sino los delitos cometidos por algunos que las imponen ilegalmente

Más bien desesperado ante su inminente tercer fracaso electoral consecutivo (tras Galicia y Euskadi, Cataluña) y su menguante implantación territorial, Pablo Iglesias ha dado en acentuar sus mensajes populistas, disparar contra todo ministro socialista que se mueva en dirección distinta a la suya y cuestionar la democracia española con los mismos argumentos que Puigdemont o Putin, esos dos demócratas sin mácula.

¿El vicepresidente de un Gobierno democráticamente elegido que duda de la democracia que le permite serlo? Quizás debería dimitir de inmediato para no ser cómplice y beneficiario de tal ilegitimidad de origen. No caerá esa breva, de modo que habrá que refutar brevemente sus argumentos (o manipulaciones).

La prueba de la anormalidad democrática de España, dice el viceprimer ministro de España, es que de los dos líderes independentistas de Cataluña, uno está en la cárcel y otro en el exilio. Pero eso prueba justamente lo contrario: todos los partidos independentistas, que son ya unos cuantos, concurren a las elecciones catalanas, sus candidatos intervienen en los debates, sus listas han sido elaboradas libremente y hacen campaña sin cortapisas.

La democracia ha sido incluso generosa con los dos personajes aludidos por Iglesias. A uno, Oriol Junqueras, lo ha dejado salir de la cárcel en la que cumple condena por un delito muy grave contra la Constitución y va haciendo campaña tan campante. A otro, Carles Puigdemont, le permite ir en la lista de su partido pese a ser un prófugo de la Justicia, aparte de un cobarde.

El meollo de la cuestión es que ni Puigdemont ni Junqueras son preso y exiliado, respectivamente, por ser separatistas y defender la división de España. Si fuera ese el motivo, los cuatro o cinco candidatos secesionistas que mañana miden sus fuerzas en las urnas estarían igualmente presos o exiliados, no actuando con plena libertad y pidiendo el voto a los catalanes que decidan libremente ir a votar. En la democracia española no se persiguen las ideas, sino los delitos. Se persiguen y se castigan, en su caso, tras un juicio con todas las garantías.

No, en España no hay presos políticos oprimidos ni sufrientes exiliados (y menos comparables a los que perdieron la Guerra Civil, como lanzó Pablo al principio de esta escaramuza). Si no hubiera democracia, un vicepresidente del Gobierno no podría denunciar que no hay democracia. Elemental.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios