La vida vista

Félix Ruiz / Cardador /

Exceso de ruido

PASÓ por Córdoba con paso brioso Begoña Bernal Santa Olalla, presidenta española de Icomos y autora del informe no vinculante que se opone con firmeza a la posibilidad de que el Cabildo abra una segunda puerta en la Mezquita-Catedral para facilitar el paso de las procesiones. La profesora, que sabe desde hace años lo que es nadar en las turbias aguas de la polémica, no se anduvo en diplomacias, y cargó fuerte contra la Junta y el Gobierno central por inacción y contra el Cabildo por acción. Bernal Santa Olalla, no sabemos si con gusto o con disgusto, ya digo que conoce bien esto de andar en los titulares, pues ya se las tuvo tiesas con el Cabildo de Burgos por la situación de la Catedral de dicha ciudad y con el exalcalde socialista de Segovia Pedro Arahuetes por la oposición de ella al parking que el regidor quería construir en una zona delicada de la urbe castellana. Del tema de Burgos salió Bernal con una suspensión temporal en Icomos, mientras que en el segundo caso el asunto, que se puso muy feo, acabó en los juzgados y con una sanción al regidor por injuriar a la historiadora. Queda claro con ello que Bernal Santa Olalla defiende con ardor sus posiciones, cosa lícita por supuesto, pero eso no significa que siempre lleve razón. Icomos, como se sabrá, no es exactamente lo mismo que la Unesco, sino una organización civil, no gubernamental y asesora, y en su historia también hay capítulos de inacción e incoherencias. En eso incide el informe elaborado por el Cabildo frente al de la historiadora, en preguntarse el porqué de este celo actual frente a la ausencia de celo de los 70. Y también despierta suspicacia tanta urgencia de hoy si se recuerda la pachorra que se dio el organismo con el Puente Romano, cuya reforma con granito rosa avaló cuando las obras estaban ya acabadas e inauguradas. De lo que hablamos en cualquier caso es de una diatriba técnica, y ahí, en los técnicos, debería haberse quedado, sin todo este ruido que a alguno beneficiará, supongo, pero que perjudica a la ciudad, al monumento y a la economía. Como eso ya no se puede cambiar, lo único que resta es que la burocracia aligere su paso de caracol lentorro para que cuanto antes decida la Unesco si da vía libre a la segunda puerta o si no. Eternizar el asunto y darle bombo marea... y también malea.

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