Mensaje en la botella

Espectadores sin expectación

La tasa de paro en Córdoba es la más alta de Andalucía y la tercera de toda España

Somos muchos los que formamos parte de ese auditorio que mira con atención -que no con devoción- lo que está ocurriendo en este país en los últimos años. Es como una especie de serial de los 80 que nunca se acaba, en el que los capítulos pasan y pasan sin que ocurra casi nada y en el que al final nos adelantan lo que parece que sucederá en la entrega siguiente. Porque seguimos con los mismos debates y las mismas pamplinas, con algún pequeño avance. Y lo peor es que quienes nos representan (o lo intentan) quieren que nosotros, la sociedad, también nos posicionemos, a ser posible con la misma vehemencia: conmigo o contra mi.

Me parece lo más conveniente no picar ese anzuelo, porque la conciencia crítica de los ciudadanos debe estar (me gusta soñar) muy por encima de los dirigentes, que solo buscan acólitos a sus proclamas. Lo hemos visto con la exhumación de Franco. Y es que parece que tienes que estar de un lado (del Gobierno) o de otro (el de la oposición) casi por obligación, como si no hubiera más opciones. Y las hay. Si profundizar mucho, a mi me avergüenza que haya partidos que saquen pecho por esta acción como si solo fuera mérito suyo sacar al dictador y que otros lo minimicen como si las víctimas del Valle de los Caídos tengan menos valor que otras. Ahí lo dejo.

Porque lo que verdaderamente trascendente para estar tierra, y no muy agradable, son los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), que analiza lo ocurrido durante el verano en el mercado laboral y que muestra que Córdoba es la provincia andaluza con la tasa de paro más alta, con un 25%, y la tercera de España. Eso sí nos debe tocar la fibra sensible. Pero claro, seguramente no vamos a encontrar la misma contundencia en los mensajes de quienes deberían opinar sobre esto, sobre los casi 95.000 cordobeses que carecen de un puesto de trabajo. No podemos avanzar como sociedad con esos números tan alarmantes. Y al final, el mensaje sigue siendo el mismo, tanto el de los agentes sociales como el de las instituciones o los partidos. No aportan nada nuevo contra el paro, tal vez porque desconocen cuál es la solución por mucho que adornen sus mensajes.

Se dan patadas hacia adelante con pactos a los que puntualmente se les cambia el nombre para que parezcan nuevos y de los que luego no vemos resultado (ahí están los datos). Pierden demasiado tiempo en cuestiones internas de poder. Es el caso, por ejemplo, de la Cámara de Comercio de Córdoba, que importa mucho a los que se dedican a la política empresarial y poco a los empresarios rasos, con solo 276 votos en las elecciones para las vocalías. Pero volviendo al drama del desempleo, esto parece una telenovela sin guion en la que los espectadores solo observamos, pero sin expectación alguna, aunque con la esperanza de que ocurra algo. Es lo que nos queda.

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