La España negra

En la Guerra Civil del 1936 volvieron a reinar y acabaron convirtiendo a España en negro secarral

Ha existido una España negra. Negra y repleta de rostros y episodios terribles. Ninguna leyenda exterior la ha inventado. Porque desde hace siglos anda por ahí suelta y dispuesta siempre a reñir y dañar. Para captarla basta con tener unos ojos lúcidos y penetrantes como los tuvo Goya. Y en estos días, precisamente, en las salas del Museo del Prado, los geniales dibujos de este pintor, en una magna exposición, vuelven a confirmar la existencia de un país trágico y cainita. Unos dibujos que transmiten como fieles espejos el espanto y pavor que el artista conoció tan de cerca. Pero también conmueven estos humildes y punzantes trazos, hechos sobre papel, a lápiz y a plumilla, porque muestran una mirada tan desencantada como profética. Quizás presentía, en su intimidad, que la intolerancia presente en aquellos años continuaría dominando en su patria largo tiempo. Por eso, las sombras son tan alargadas. Encubren la vigilancia de fanatismos amenazantes, dispuestos siempre a impedir que la libertad encaje entre los españoles.

La España negra no puede ser negada. Está demasiado viva en la historia y no hay mejor testimonio que el aportado por los dibujos y grabados de Goya. Por eso, hay que empezar por aceptar su presencia (incluso ahora) y explicar por qué ha contado con un poder tan excluyente y criminal durante siglos. Culpar de su invención al mundo exterior de poco vale. La necesaria pedagogía terapéutica hay que hacerla señalando hacia dentro, porque en sus entrañas aún perduran enmascarados muchos cainitas. Como muestran las series salidas de la mano de Goya, en su época aquellos lunáticos aprendieron a matar liberales con la excusa de que eran afrancesados, después los obligaron a exilarse, camino que también hubo de emprender el propio pintor. Y durante el resto del siglo XIX, disfrazados de carlistas, convirtieron la península en un mortal reñidero de gallos. A estos últimos ya no los pinta Goya, pero los dibujos expuestos sirven para comprender cómo germinaron. Sólo habían cambiado de collar. En la Guerra Civil del 1936 volvieron a reinar y acabaron convirtiendo a España en negro secarral, en el que sólo resonaban sus voces. Pero cuando, hacia 1978, por primera vez, una alegre diversidad de colores parecía imponerse y empieza a diluirse la vieja imagen de la España negra y conflictiva, resucita otra vez el carlismo. Un carlismo redivivo. Viene acompañado del mismo fanatismo decimonónico, aunque con otros disfraces y banderas. Primero cobró fuerza en el País Vasco y ahora, seguidamente, en Cataluña. Todo esto estaba ya profetizado en los dibujos de Goya. Examinen y comparen, entonces y ahora: las mismas clerigallas predicando y los mismos odios.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios