Espabilemos

El gobierno andaluz hace ya años que se volvió mecánico, cansino, paquidérmico

Cristina Cifuentes, que por lo visto es fiel seguidora de la tesis rufianescas, optó ayer por algo tan poco habitual como hacerse el harakiri. La presidenta madrileña seguro que ni lo pensó, encendida con el PSOE como andaba, pero al final le salió del alma ese discurso antiandaluz que comienza a ser corriente Despeñaperros arriba y que ha popularizado el nacionalismo catalán. Cifuentes vino a decir que Andalucía les roba a los madrileños, ya que, según su teoría, son ellos los que pagan nuestra sanidad y los colegios de nuestros hijos. La política del PP se apoyó para decir eso en la estadística y siguió punto por punto el esquema que utilizaba el propio Artur Mas para decir que los catalanes tributaban más y percibían menos. Patón de los gordos pues de Cifuentes, que le dio alas a las tesis independentistas asumiendo sus teorías y que demostró una vez más que las comunidades autónomas han sido un elemento tremendo de ruptura al propiciar el amor desbordado por la patria chica y el extrañamiento de unos españoles respecto a otros. De todos modos, y visto el mal encare que se le va poniendo a la cosa, haríamos bien lo andaluces en no caer en el victimismo lloroso que ayer cundía entre las filas socialistas y en dedicar mejor nuestro tiempo a combatir esta etiqueta que se nos ha colocado por nuestra escasa dimensión económica. Porque en estos tiempos, en los que va quedando claro que cada cual va a tener que limpiarse su popó y sus moquitos, nuestra tierra está obligada a propiciar su desarrollo si no quiere perder el tren de un primer mundo cada vez más egoísta y ambicioso en lo material. El PSOE, ante esto, seguro que dirá que mucho se ha hecho en las décadas de autonomía, y podrá decir que si patatín, que si patatán o que si la decimoquinta modernización de Zarrías, pero lo cierto es que su gobierno en esta tierra hace ya muchos años que se volvió mecánico, cansino, paquidérmico, lento y predecible como un elefante que va a la charca a beber. O salimos de ahí y emprendemos un proyecto creativo y vigoroso o las cifuentes y los arturmases de la vida seguirá lacerándonos a los andaluces con ese discurso suyo insolidario y antiespañol.

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