'Errejomanía'

La jugada, que algunos ven como maestra, tiene sin embargo una recámara de consecuencias desconocidas

Como si no tuviésemos bastante con el número creciente de actores políticos que enredan la posibilidad de un gobierno medianamente estable, ahora nos sale uno nuevo, o así parece desprenderse de la última asamblea de la plataforma Más Madrid, nacida en su día del desencuentro entre Manuela Carmena y Pablo Iglesias que motivó el vuelo en solitario de la primera, y culminada con la incorporación de Ínigo Errejón, cofundador de Podemos.

A mí me van a perdonar el presidente Sánchez y su locuaz vicepresidenta, también nuestra Teresa Rodríguez, y hasta esos apóstoles del buenismo que vivaquean en algunas columnas de opinión, pero… ¿alguien me puede decir qué le han visto al candidato Errejón, aparte de ese trotskismo aburguesado que no suena demasiado mal en los escenarios del poder, para subirlo de repente al escaparate como el político de moda? No tiene experiencia política ni una trayectoria profesional destacable, y de su paso por la universidad lo que más se recuerda es una suculenta beca concedida para un trabajo de investigación a desarrollar en una ciudad en la que no residía. ¿Y éste es el ariete que han encontrado para salvar el "pacto de progreso" ansiado por la izquierda española? Poca cosa me parece.

El mérito principal de Errejón no es otro que estar en el sitio justo en el momento apropiado. En un escenario dominado por el dominio insuficiente de un PSOE cada vez más presa de los espasmos tacticistas que le marcan en la sombra, y donde Iglesias no es más que un zombi errático y desorientado abandonado por casi todos que ha tomado la senda irremisible de los políticos amortizados, hay sitio (o eso creen, yo lo dudo bastante) para otro tipo de liderazgo de corte más abierto e integrador que ayude a reparar los puentes rotos sin que nadie se asuste demasiado.

La jugada, que algunos ven como maestra, tiene sin embargo una recámara de consecuencias desconocidas. Nadie duda que el roto en Podemos va a ser importante, tanto en sus órganos de dirección como en los entes periféricos (vulgo confluencias) que lo conforman, pero añade un elemento de fragmentación en la izquierda que no le augura nada bueno, tanto más si después hay que sentarse a negociar con uno más al que se le ha otorgado graciosamente la condición de socio con mando en plaza, cuando en otras circunstancias no pasaría por más que un avispadillo delegado de clase de tercero de Políticas.

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