Uno empieza ya a cansarse con las valoraciones de nuestros políticos cada vez que se publica una estadística sobre el paro. Dependiendo de si gobiernan los afines o los contrincantes ideológicos, las estadísticas se interpretan de una forma o de otra, de manera que al final un drama tan serio como el desempleo se utiliza como vulgar arma arrojadiza. Y lo peor es que tal vez no se dan cuenta -todos- de que sus apreciaciones rozan el ridículo hasta niveles insospechados, unos alabando a quienes gobiernan de manera exagerada y otros criticando con aspavientos. Un poco de sentido común, por favor.

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