Crónica Personal

Envidia de Italia

Draghi ha conseguido que las personas más poderosas de la UE se hayan tomado en serio el plan de recuperación italiano

Italia cuenta con un jefe de Gobierno que en menos de tres meses de mandato ha conseguido que la Unión Europea apruebe el fondo de recuperación que le permitirá salir del hoyo económico en el que se encuentran los países europeos, entre ellos España. Mario Draghi puso a su equipo a trabajar sin límite de horas en el plan de recuperación, descolgó el teléfono todo lo que hizo falta y más, para hablar con Berlín, sede del Banco Central Europeo -que él dirigió- y con Bruselas, donde están todos los que mandan en la UE. También habló con Merkel y Macron, los dos personajes más poderosos de la nueva Europa. Cerró la cifra destinada a créditos europeos y la que se asignaría al capítulo de deuda, y consiguió sumar a las cantidades previstas 30.000 millones más aportados por la propia Italia.

Son muchos los motivos para que Italia y su primer ministro provoquen envidia. Por ejemplo, la defensa de Mario Draghi de su país, cuando espetó a las autoridades comunitarias "debéis respetar a Italia", recordando su seriedad ante los compromisos adquiridos. Draghi ha conseguido que las personas más poderosas de la Unión Europea se hayan tomado en serio el plan de recuperación de una Italia que ha sufrido con una virulencia superior a la media las consecuencias del coronavirus, que ha sufrido también importantes vaivenes políticos, que se ha visto obligada en los últimos años a que su presidente recurriera a figuras no electas para formar Gobierno. Golpeada por la crisis turística e industrial, golpeada por una imagen en la que con frecuencia se la ha presentado como un país con dirigentes políticos y empresariales marrulleros, sin embargo la UE ha dado luz verde al proyecto de recuperación enviado por Draghi y los italianos puedan respirar tranquilos: llegarán los fondos europeos, porque su primer ministro ha elaborado un programa que recoge minuciosamente las actuaciones que va a llevar a cabo el Gobierno, entre las que destaca el plan de reformas estructurales, perfectamente detallado, con destino de cada euro y el número de trabajos que pueden crearse.

Aquí los miembros del Gobierno andan a la greña con el nivel democrático de los partidos, que por supuesto sólo ellos alcanzan; envían a Bruselas un proyecto que no se ha consensuado con las fuerzas sociales ni la oposición, no se conoce que haya un comité de control de los fondos que Bruselas exige, y por supuesto no contamos con un presidente capaz de gritar a Merkel, Von der Leyen o Lagarde que España es un país serio que merece un respeto.

Envidia de Italia y Draghi es lo que sienten infinidad de españoles hartos del ridículo, sectario y pobre debate político de los que debían trabajaro para que Bruselas nos eche una mano.

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