Elías Bendodo se ha despedido en Alhaurín el Grande, una vez más. Como Antoñete. Acumulaba tantos cargos en lo institucional y en lo orgánico que el malagueño ha dejado un rosario de adioses como el torero madrileño. Es expansivo como los gases y seguro que en la sede de Génova ya ha ocupado plantas y despachos. Cuca Gamarra se debe sentir un tanto apretada.

Pero ésta de Alhaurín ha sido las más sentida. Deja la presidencia del PP malagueño, la raíz en el terruño, un partido en muy buena posición en una provincia que casi siempre ha sido complicada para los socialistas. Hubo emotividad en sus palabras. "Han sido los mejores años de mi vida". Ahí queda eso.

Elías y Juanma Moreno se criaron juntos en las Nuevas Generaciones, pero una vez que el presidente ascendió a los cielos -hay quien lo ha visto levitar en San Telmo- Bendodo no iba a quedarse como segundón eterno de su amigo. Cuando fue elegido coordinador general del PP en el congreso de Sevilla, Juanma Moreno zanjó la duda aquella misma noche: en la siguiente legislatura no contaría con él, Génova lo iba a necesitar más.

Sin mostrarle tanto cariño, fue lo que hizo con su consejero de Hacienda, Juan Bravo, y aunque a Jesús Aguirre le ha dado una salida de oropeles, hay bastante ojana en su elección como presidente del Parlamento. Don Jesús está encantado en el Hospital de las Cinco Llagas; en la Consejería de Salud, no tanto.

No es que Juanma Moreno coma carne cruda por las mañanas, es que los liderazgos no se comparten. Es más, no es rencoroso, como demuestra la designación de José Antonio Nieto como consejero de Justicia, que fue su competidor y uno de los últimos leales a Pablo Casado. Moreno ha mostrado más inteligencia que colmillo al rescatar al cordobés.

Es un caso bien distinto al de la todavía presidenta del PP de Sevilla, Virginia Pérez. Ella sí figuraba en la lista negra, se enfrentó al presidente de la Junta en el último congreso y le ganó. Génova le animaba y Teodoro García Egea daba impulso a quien tampoco le faltan ganas de echarse al ruedo. El PP de Sevilla va a un congreso primeros de octubre, de donde saldrá Ricardo Sánchez como presidente. Es otro perfil, delegado del Gobierno también, es del temple adecuado para hacerse cargo de un partido que arrastra egos, emocionalidades tóxicas y desaciertos. El PP de Sevilla es como el PSOE de Cádiz capital, necesitan un Mario Draghi.

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