Elecciones en América

Biden se ha revelado como el peor y más ineficiente presidente de las últimas décadas

Los resultados de las elecciones norteamericanas de mitad de mandato marcan un cambio de tendencia en el electorado, quizá no tan radical como soñaban los republicanos y temían los demócratas, que deja malparado a Biden. No hay sorpresa alguna en ello, pues el discutido y discutible vencedor de Trump en 2020 se ha revelado como el peor y más ineficiente presidente de las últimas décadas. También en el más peligroso por su torpe política exterior. Sólo el rechazo que el trumpismo suscita en un amplio sector social, tan amplio o más que el que lo apoya, permite la movilización in extremis que viene a salvar la cacharrería demócrata bajo las patas del elefante. Muchos prefieren a cualquiera -incluso a Biden- antes que a Trump; otros muchos prefieren a Trump antes que a cualquiera, incluso que a cualquier otro republicano, si es que Trump lo es.

Los cambios de fondo que, lentamente, se van produciendo en Estados Unidos, adelantan lo que sucede en Europa y, a su vez, se ven confirmados por los electorados europeos. Aunque ligados siempre a circunstancias nacionales o locales, denotan en su conjunto un hartazgo creciente con las imposiciones de la corrección política, de las ideologías insensatas que esta promueve, y de sus consecuencias más irritantes: la cultura de la cancelación y los excesos del movimiento woke. A nadie se le puede ocultar ya la amenaza muy real que están suponiendo para las libertades cívicas, comenzando por la de expresión hasta límites inimaginables hace bien poco, y también para las religiosas, incluyendo la de conciencia. Es sintomática, a este respecto, la reacción que ha suscitado la intención de Elon Musk de eliminar la censura en Twitter. En cualquier otro tiempo hubiera sido impensable que medios de comunicación, personalidades del mundo del espectáculo o de la cultura, e incluso instituciones tenidas por respetables, salieran en defensa pública de un instrumento de represión y control de las opiniones e ideas ajenas, al que se confía el predominio de las propias sin debate ni verdadera oposición.

Biden llegó al poder empujado por una enorme ola de impaciencia progre, espoleada por la convicción de que una nueva victoria de Trump desbarataría para siempre el paraíso que casi habían tocado con los dedos en los años de Obama. Cada año que pasa, cada elección que se celebra, el paraíso se aleja y la impaciencia se convierte en rabia.

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