El ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, el responsable de las fronteras españolas, ha encontrado la solución para acabar con los migrantes que llegan por mar. Concretamente desarrolló, el jueves pasado, la novedosa idea de que hay que "concienciar" a las ONG para que se enteren "de que se está para ayudar y no para favorecer o potenciar la inmigración irregular". El ministro español hizo estas declaraciones en Tallin, donde se reunía informalmente con sus homólogos de la UE.

Quizás Zoido y sus homólogos aún no se han enterado de lo que los ciudadanos sabemos desde hace décadas: la inmigración no parte del "efecto llamada" sino el "efecto miseria que los empuja" y que los Estados siguen sin encontrar la solución o sin querer encontrarla. Hay que reconocerle a Zoido que la idea de culpar a las ONG es novedosa, como lo sería echarle la culpa al mar Mediterráneo. Según esta nueva teoría, las ONG están mandando el mensaje confuso a África de que aquí la vida vale algo por encima de los marcos normativos. De que a la gente, se la rescata como sea y en las aguas donde caigan, sean internacionales, nacionales o de Libia. Contra lo que cree el ministro, esto no provoca un efecto llamada porque en ese momento ya no hay efectos ni soluciones ni opciones: simplemente, cuando están zozobrando en medio del mar es que todo ha fallado. La única decisión es salvarlos o dejarlos.

El supuesto "efecto llamada" del que habla Zoido, debería llamarse "efecto expulsión", puesto que lo que en realidad ocurre es que miles de personas se ven arrojadas de sus hogares por conflictos y situaciones de miseria en las que Europa tiene parte de responsabilidad, por acción o por omisión. Hemos alcanzado el vergonzoso número de más de 65 millones de personas expulsadas de sus casas, sin que los Estados sean capaces de proteger la vida. Al rescatar a personas en el Mediterráneo, las ONG están asumiendo una responsabilidad que, en realidad, corresponde a los gobiernos.

No vienen porque sea fácil ni para ser salvados por un príncipe azul, vienen porque todo el terror de la travesía es mejor que quedarse. Me da miedo pensar que nos hemos anestesiado. Lo ocurrido en el Mar de Alborán esta semana, señor Ministro de la cosa, no es causa del efecto llamada sino del efecto terror, del efecto expulsión. Si quiere hacer algo coherente con su cristianismo, al menos no estorbe, deje trabajar.

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