Las tendillas

Ramiro García Vila

Educación (I)

CIERTAMENTE, esta sección -que bauticé con el expresivo apelativo Las Tendillas- nació con vocación de análisis de las ocurrencias que registra la ciudad en que se ubica la emblemática Plaza. O sea: vino al mundo con el saludable propósito de ejercer la crítica del acontecer local de cada día. Parece que el encargado de rellenar este espacio no erró en su proyecto: nuestra ciudad, Córdoba, no puede ser más generosa con el crítico, al que suministra, a diario, toda suerte de cuestiones susceptibles de análisis. Y en ellas seguiremos, hurgando cuanto sea menester y resulte del supremo interés de los lectores y de la opinión pública en general, con total independencia de la persona, institución o hecho objeto de comentario. Ouséase: no nos asusta ningún poder. Tampoco las bravatas y chulerías dimanantes de una ignorancia que, según parece, no está en período de extinción.

Sin embargo, hoy tengo que hacer una excepción: disponiendo, como dispongo, de asuntos de ámbito local que claman al cielo por un comentario crítico -que emitiré oportunamente- tengo que referirme a una noticia de alcance nacional: un informe que sitúa a España en un nivel educativo tercermundista. Ocupamos los últimos lugares de la clasificación en educación. Ouséase: según el informe, somos un país de ignorantes.

La verdad es que, a estas alturas, predicar del nivel educativo de nuestros estudiantes que es una desgracia, una calamidad, viene a ser algo así como descubrir la pólvora. Cualquier comentario crítico sobre lo que todo el mundo conoce sobradamente sería una pérdida de tiempo que no nos podemos permitir los currantes.

Sin embargo, a propósito del desolador informe al que aludo, nos parece que no estaría de más formular un par de precisiones conceptuales. A saber:

-¿Qué entendemos por educación?.

La repuesta la encontramos en el DRAE, según el cual, el término educación dispone de varias acepciones, que me permito resumir en dos: Instrucción por medio de la acción docente y Cortesía, urbanidad. A su vez, urbanidad significa Cortesanía, comedimiento, atención y buen modo.

-Y, ¿en cual educación merecemos el suspenso, según el informe?

Sinceramente, creo que en todo. Por una parte, el nivel de preparación de los estudiantes es un fracaso humillante y de efectos depresivos. Pero, además, la Cortesanía, comedimiento, atención y buen modo tampoco alcanzan los niveles mínimos. Los buenos modos brillan por su ausencia, incluso cuando los poderes públicos están obligados a atendernos bien y nosotros tenemos el derecho a ser atendidos con educación y respeto. O sea: hay demasiados maleducados, que deben ser -y serán- públicamente identificados, con sus nombres, apellidos y profesión.

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