Las tendillas

Ramiro García Vila

Educación (III)

PERDONEN, señores lectores, que vuelva a abordar nuevamente la Educación. El tema no puede resultar más socorrido. Da tanto de sí que podríamos escribir de él todo un tratadoý del descalabro. Mucho más desde que don José Luís Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno de las Españas, tuvo la iluminada ocurrencia de revelarnos un nuevo descubrimiento, fruto, seguramente, de su prodigioso talante. Según el señor Z, el fracaso escolar no es imputable a un sistema educativo tercermundista por descabellado, como, erróneamente, sospechamos los ignorantes mortales, sino que es debido a que "ý hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo".

El análisis comparado de nuestro sistema educativo arroja unos resultados que nos sitúan los primerosý del pelotón de los torpes. El rigor de dichos análisis y la solvencia técnica y moral de los autores del mismo son atributos que nadie se atreve a poner en tela de juicio. Seguramente en evitación de provocar una situación de aparatoso ridículo. El señor Z reconoció expresamente el fiasco que supone nuestro sistema educativo cuando nos propinó la soflama que transcribí parcialmente. Sin embargo, cuando han pasado a penas unos días, el señor Z nos vuelve a sorprender con una nueva y bochornosa matraca de pronunciamientos según los cuales nunca hemos estado mejor formados, ni nunca los mortales de las Españas hemos dispuesto de tantas oportunidades.

Es decir: el señor Z se permite declaraciones públicas contrarias a informes internacionales de la máxima seriedad y, para más INRI, apostilla que nunca hemos tenido tantasý "oportunidades". No serán éstas de empleo. Digo.

Hay un aspecto de la Educación en el que, a mi juicio, el señor Z tiene más razón que un santo, no sé si porque tiene conocimiento de causa o porque, simplemente, acertó. Sea como fuere, es cierto que en la Educación entendida como forma civilizada de comportamiento -o sea: a manera de Cortesanía, comedimiento, atención y buen modo en el decir del Drae- influyen los antecedentes familiares. O sea: lasý "generaciones". Por ejemplo: un niño procedente de ambientes en los que los buenos modos brillan por su ausencia es posible que alcance un alto nivel educativo. Podrá ser, incluso, un figura en los estudios. Pero nadie lo librará de su condición de maleducado. Una desgracia que se hereda. Y que algunas televisiones se encargan de consolidar.

Disponemos de todo tipo de estudios sobre la Educación entendida como rendimiento educativo. De la Educación como forma de comportarse no hay informes. Al menos no los conozco. Pero nadie desconoce que el número de maleducados resulta muy superior al de ignorantes.

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