La ciudad y los días

carlos / colón

ETA y sopa

LO mejor de la democracia que desde ayer celebra sus laicos y solemnes cultos de investidura quedó definido hace tiempo por la famosa frase de Lincoln: "Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo". En una dictadura se puede engañar a muchos durante mucho tiempo. Y ni tan siquiera es necesario hacerlo: cuando alguien se apropia del poder deja claras las cosas desde el principio. La democracia, en cambio, impone su propia transparencia. Nadie vota engañado. Nadie vota a un lobo creyendo que es un cordero. Nadie votó a Pablo Manuel Iglesias ignorando quién era, qué pensaba y qué defendía (es necesario escribir su nombre completo porque, con la poca y mala historia que se enseña a nuestros chavales, corremos el peligro de que este tipo se confunda con el que fundó el PSOE hasta que su noble nombre quede borrado).

No se entiende por lo tanto el rasgarse de vestiduras porque haya escrito: "La libertad de Otegi es una buena noticia para los demócratas. Nadie debería ir a la cárcel por sus ideas". ¿Sorprende Iglesias a alguien? ¿No se tiene noticia de su aprecio por los dictadores y los demagogos populistas latinoamericanos? ¿No se sabe de su desprecio por las víctimas y su aprecio por sus verdugos o carceleros? ¿No ha boicoteado su Kichi del alma el premio a los presos venezolanos? ¿No se conocen sus opiniones sobre ETA? ¿No ha dicho que "el terrorismo ha causado dolor, pero también tiene causas políticas", como si ETA fuera un dolor de muelas -no ha causado dolor, señor mío, ha asesinado a 829 personas y desgarrado a sus familias- y el terrorismo tuviera razones políticas? ¡Claro que es "político" el terrorismo de estado -como demuestran sus queridos comunistas leninistas- o el que trató de liquidar las democracias alemana (Baader-Meinhof), italiana (Brigadas Rojas, Orden Nuevo) o española (ETA)! Pero es una política totalitaria y asesina cuyas razones son tan abyectas como sus acciones.

Así que mientras Pedro Sánchez (que, al igual que Zapatero, también hace lo que puede por liquidar el legado del Pablo Iglesias de verdad) leía ayer por la tarde su cursi redacción de concurso escolar del 6 de diciembre, espero que tuviera claro a quién le tendía la mano. No vale lo de Antonio Hernando criticando las palabras de Iglesias y a la vez justificando el pacto con él. ETA y sopa no caben en la boca.

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