El ultranacionalismo español es un dragón de dos cabezas, una es la de los separatistas y la otra la de Vox. Se retroalimentan. Es una de las tendencias en Europa. Y sin embargo, fue la causa de la más destructiva catástrofe que ha conocido la humanidad. El miércoles se cumplen 74 años del final de la II Guerra Mundial. Tres cuartos de siglo después esto no impresiona a los jóvenes, pero en aquella guerra civil entre europeos murieron 36 millones y medio de personas, más de la mitad civiles no combatientes.

Y el jueves hay otro aniversario, consecuencia del anterior, se cumplen 69 años del discurso fundacional de la Unión Europea, cuando el ministro de Exteriores francés Robert Schuman propuso, al enemigo alemán y a quien quisiese sumarse, poner en común la producción de carbón y acero tanto tiempo dedicada a la fabricación de armas. Europa fue en los 50 un proyecto de paz, reconstrucción de ciudades y recuperación de los campos de cultivo que emocionó a aquella generación y ahora no conmueve a las nuevas.

En este ambiente, dentro de tres semanas habrá elecciones europeas. La habitual baja participación se atenuará aquí por coincidir con comicios locales y regionales. España elegirá a medio centenar de diputados que estarán cinco años en el Parlamento Europeo. Asunto capital, por el auge del ultranacionalismo que ya ocupa con siglas de diversas ideologías una quinta parte de la eurocámara. En los últimos doce años primero la crisis económica y monetaria y después la crisis de los refugiados y la presión migratoria provocaron un efecto perverso: estancamiento de las clases medias y auge de los partidos ultranacionalistas, que ya juegan un papel decisivo en la Unión.

En la UE sólo se libran de la existencia de partidos populistas xenófobos dos países medianos y dos pequeños: Portugal, Irlanda, Luxemburgo y Malta. Y es falso que en el continente se apliquen cordones sanitarios contra la ultraderecha. La lista de estados que en los últimos diez años han tenido presencia gubernamental o apoyo externo de partidos ultranacionalistas es larga: Finlandia, Noruega, Dinamarca, Estonia, Letonia, Polonia, Hungría, Bulgaria, Grecia, Austria, Holanda, Bélgica, Italia… En Andalucía, Susana Díaz ha reducido su discurso a escandalizarse porque la coalición en el gobierno de la Junta haya aceptado los votos del partido de Abascal. Y es posible que su apuesta aumente si se acerca la posibilidad de un congreso para sustituirla al frente del PSOE andaluz.

El filósofo Daniel Innerarity sostiene que en esta nueva era tendremos sorpresas políticas de un público con la atención dispersa, la confianza dañada, en continua excitación y oscilación. Así en Andalucía se votó el 2-D contra el ultranacionalismo secesionista catalán y el 28-A en España se hizo contra el ultranacionalismo español de Vox, dos cabezas del mismo dragón. El voto del día 26 bien podría ser contra ambos a la vez.

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