La vida vista

Félix Ruiz / Cardador /

Dolor de España

DECÍA el excelente novelista Juan Campos Reina, cordobés de Puente Genil y que en paz descanse, que los periodos de crisis son fabulosos para la literatura, pues en ellos se observa la realidad de la sociedad y del hombre. Aflora allí lo bueno y aflora lo malo, la heroicidad y la miseria, y Campos bien que lo sabía pues, más allá de los libros, se había ganado la vida como inspector de Trabajo durante varias décadas. España, país que supo más de crisis a lo largo de los siglos que de bonanzas y estabilidades, es justamente por ello una nación a la que es fácil echarle el guante, pues en sus turbulencias se retrata y muestra ese perfil de una patria sin apenas patriotas, un lugar a menudo decadente donde cada cual se ocupa de salvar su culo sacrosanto, donde el poder abusa por sistema y donde el sueño del progreso colectivo es un ideal que aparece de vez en cuando y a menudo como mero camuflaje de los más listos en su afán de hacerse ricos. Con el 11-M, con la voladura de los trenes, ya se vio a esa España ideologizada y fragmentaria y se comprobó que los viejos fantasmas seguían tan vivos como siempre a pesar del advenimiento de la democracia. Ministros había que mentían cual bellacos para tapar sus vergüenzas y salvar su preciada poltrona, opositores ladinos que se frotaban las manos al calor de los muertos y periodistas desmelenados o lanzahuevos que abandonaban cualquier senda de sensatez en mitad del tumulto para bañarse en el fango de su sectarismo juvenil o, lo que es peor, de sus pecuniarios intereses. Visto aquello, a nadie se le podía escapar que la crisis económica convertiría a la larga a este país en un gallinero insensato y pueril -lo que es hoy- ni a nadie ha de extrañarle que en la actual crisis sanitaria propiciada por el ébola se acabe convirtiendo a lo héroes en víctimas bajo el fragor de una sociedad disgregada y cagadísima hasta las pencas, con más jindama que un novillero ante un Mihura. De nuevo, pues, sainete político, ventilador de la mierda, disparate, falta de seriedad y miseria, ruindad, muchísima ruindad de una España vergonzante que emula los periodos más tristes de su historia. Así las cosas, y como a casi nadie se lo escucho, dejaré escrito por aquí lque a mí los doctores Miguel Pajares y Manuel García Viejo y la auxiliar de enfermería Teresa Romero me parecen héroes por jugarse la vida en pos de los demás. Con sus fallos y sus aciertos, vale, pero héroes de una España en la que no abundan gentes de esta raza ni de este metal. Ahora los culpabilizará la turba y el lamentable poder sillonero, y luego todos los olvidarán, pero en esta patria las cosas son así. España duele, que decía Miguel de Unamuno, y por supuesto que duele. Casi nunca ha dejado de doler.

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