Mensaje en la botella

Disciplina, o nos arrepentiremos

De nada sirven campañas y protocolos si no nos tomamos en serio lo que está por venir

Córdoba comienza a retomar el pulso después de un verano atípico por la pandemida del covid. Las calles semivacías de las semanas anteriores han dado ya paso -ayer era visible en el centro de la ciudad- a una estampa muy distinta, con espacios llenos de gente, compras de cara a septiembre e incluso quienes apuran el último fin de semana de rebajas. La vida nos cambió a todos en marzo, pero no sé si somos conscientes de que ahora arranca una nueva etapa. Pasamos de pantalla, como dicen los más jóvenes.

El inicio de las clases está al caer -las escuelas infantiles abren sus puertas el martes- y los centros de trabajo (los que aún lo tienen) empiezan a recobrar presencia humana, que no es poco después de lo que hemos pasado estos meses. Los niños y jóvenes preparan sus mochilas para regresar a los colegios e institutos, con el nerviosismo de siempre, solo que con el matiz esta vez de reencontrarse con maestros, profesores y compañeros a los que no ven desde hace medio año, que se dice pronto.

El verano se da ya por finiquitado y la vuelta a la normalidad (ya sea la nueva o la nueva de la nueva) está aquí. Han sido dos meses de intenso debate en lo político y en lo social. Cada uno de nosotros hemos pontificado sobre lo que nuestros gobernantes deberían -o no- hacer para salir de esta crisis, que está siendo tan larga y dañina que todos nos hemos convertido en expertos a la hora de asegurar las medidas que se deben tomar. Hemos visto de todo, desde quienes cambiaban de opinión de la noche a la mañana, a otros que simplemente se ponen de perfil y tratan de expandir la porquería al adversario. Nada nuevo bajo el sol en esto de la política patria. Ya dije en su día -y lo repito- que nos ha tocado vivir la peor crisis en décadas con los dirigentes menos capacitados de nuestra historia reciente, algo achacable no solo a ellos, sino también a la propia ciudadanía, que ha mirado para otro lado mientras la mediocridad tomaba el mando de la gestión de la cosa pública.

Y luego están las cifras, los números que nos dicen que esto del coronavirus continúa extendiéndose por toda la provincia de Córdoba sin control alguno y sin visos de que, a este ritmo, pueda frenarse en un corto plazo de tiempo. Podemos discutir si ahora salen a la luz más casos porque se realizan más pruebas y debatir sobre que el impacto en la salud de los infectados es muy distinto al de los meses de marzo o abril.

Todo eso está muy bien, pero una vez casi cerrado el paréntesis del verano, la pelota sigue en el tejado de cada uno. De nada sirven campañas, acuerdos de gobierno, protocolos y demás si nosotros mismos no somos capaces de tomarnos en serio la difícil situación en la que estamos. Podemos y vamos a equivocarnos en muchas de nuestras decisiones, pero lo peor sería que, en poco tiempo, nos arrepintiéramos de nuestros actos. Disciplina. No nos queda otra.

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