Tomates y calabazas

Lourdes Chaparro

lchaparro@eldiadecordoba.com

Directos a la Feria

Hay muchos y muchas que utilizan la fiesta para el postureo y darse un baño de masas

Pues ya está aquí. Parecía imposible después de dos años en los que se nos ha escapado la vida a costa del coronavius, pero El Arenal luce ya en todo su esplendor y la Feria de Nuestra Señora de la Salud, la fiesta que pondrá fin a un brillante mayo festivo, espera a toda una ciudad -y a todo aquel que quiera ir-, aunque también hay quien pone tierra de por medio y prefiere no mancharse los pies de albero. Una feria que se va a celebrar con más de 40 grados a la sombra en sus primeros días, pero ya puestos, qué mas da.

El recinto ferial, que no tiene el título de real -hay quien insiste en el equipo de gobierno municipal que tiene esa distinción en cada comparecencia ante los medios, pero no es así- se convertirá durante los próximos días en casi una ciudad que ofrece como principal servicio la diversión y un lugar en el que dejarse ver, que de esos hay muchos y muchas, que utilizan esta fiesta para el postureo y darse un baño de masas y más en precampaña. Eso, groso modo, porque los entresijos de una feria son muchos mayores y quienes van a pasarlo bien o a echar el día no reparan en todo el trabajo que hay detrás. Desde los repartidores, hasta los servicios de limpieza, desde quien se pone detrás de la barra para atender a un público sediento y hambriento hasta el dispositivo médico o de seguridad…

Este pasado lunes, mientras esperaba en la cola de un supermercado para pagar la compra, una señora que estaba justo detrás de mí hablaba por el móvil con un tal Paco; no quería escuchar pero la distancia de seguridad que antes había que cumplir a rajatabla ahora ha desaparecido y la conversación la oímos todos los que aguardábamos el turno. Le contaba esta señora al tal Paco que "nos está costando mucho trabajo encontrar a dos camareros para trabajar en la Feria; nadie, que nadie quiere, ni mis hijos, ni sus amigos, con el buen dinero que se iban a llevar". Y justo cuando la conversación iba a finalizar, llegó mi turno para pagar y no pude escuchar la resolución final. Pero ese diálogo me hizo pensar en todo el esfuerzo que se pone para ofrecer un buen servicio para esta fiesta y de la que se lío en la Feria de Sevilla a cuenta de la reforma laboral y las horas de trabajo de los caseteros. Al final, aquella fiesta se celebró y todos salieron ganando. Ahora toca la nuestra, la de Nuestra Señora de la Salud en ese recinto al que le sigue faltando sombra - y mucha- y que servirá para desquite y placer de muchos al recuperar la fiesta que nos robó la pandemia.

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