Bueno, parece que lentamente algo se mueve en esta ciudad tan califal, tan capitular, tan quieta, casi siempre. Tan acostumbrados estamos a nuestra habilidad de pegarnos un tiro en el pie, entre todos y sálvese el que pueda, que nos sorprendemos con la más mínima posibilidad de que algo salga medio bien. Es como si no quisiéramos celebrar que alguna vez consigamos sortear nuestro fatalismo senequista. Algunas noticias en los papeles sugieren un atisbo de apuesta por lo bueno.

La pista grande del aeropuerto parece que ya está. Esa historia interminable, que representaba una obligación gravemente desatendida por los sucesivos gobiernos de un país que en el mismo tiempo que incumplían con esta ciudad inauguraban instalaciones mastodónticas sin salida, parece que llega a su fin. Hay pista útil para que puedan llegarnos vuelos comerciales de hasta 150 personas y las compañías aéreas de bajo coste se han mostrado interesadas. Córdoba es un destino turístico de primer orden y la posibilidad comercial que se abre, incluso como aeropuerto auxiliar de Sevilla o Málaga, merece la pena.

Dos. El equipo de fútbol. Vale, que yo de esto entiendo menos que nada, pero me da en la nariz que hay un elemento positivo en el cambio del paquete accionarial mayoritario de esta empresa privada que galvaniza tantísimo a la afición, que no dueña, lamentablemente, del equipo. El impulso de los nuevos propietarios es evidente y, aunque creo que resulta muy complicado salvarse, parece que otro estilo ha venido y que está envidando a la grande, pase lo que pase. Y eso, cuanto menos, es valiente.

Tres. Maersk, una de las más importantes compañías navieras del mundo, conecta en tres servicios semanales para cada ruta Córdoba con el Puerto de Algeciras. El transporte ferroviario de mercancías que impulsa esta compañía es un aldabonazo importantísimo para la referencia logística de Córdoba en el Sur de España y eso abre unas enormes oportunidades de importación y exportación.

Y cuatro. Hemos conocido también que va a haber una inversión de más de 25 millones de euros de una empresa farmacéutica aquí. Esto sí que es nuevo: inversión contante y sonante en Córdoba en un sector extremadamente competitivo a nivel mundial y, además, con repercusiones laterales en materia de, ¡atención!, I+D+i vinculada a nuestra Universidad. Además, se han dado plazos cortos: empezar la instalación este año; estar funcionando, el próximo.

Todas las perspectivas, halagüeñas, tienen un factor común: impulsadas por el sector privado, que se retrata con experiencia y recursos detrás, y lo público sin estorbar, sino que parece estar a la altura de las circunstancias. Suena bien. A ver si va a ser verdad que se hace más encendiendo una cerilla que quejándose de la oscuridad. Por fin, espero.

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