Las tendillas

Ramiro García Vila

Dimisión, no: destitución fulminante, sí

CUANTÍSIMA suavidad verbal la registrada por los señores diputados en las últimas sesiones plenarias celebradas en la Diputación. Obtuve la información de la que dispongo acerca de dichos Plenosý por los periódicos.

-Y bueno: ¿se puede saber de qué coño te enteraste?.

-Como siempre me sucede, me enteré de lo que ya constituía un sonoro secreto a voces. Ouséase: de lo que todo el mundo sabía.

Según mis correos, el estrellato de la polémica lo lució, en esta ocasión, un individuo al que llaman Blas Molina, que por los visto ostenta la gerencia de la Empresa Provincial de Residuos y Medio Ambiente (Epremasa), dependiente de la Diputación Provincial de Córdoba.

No fueron pocos los diputados que, a tenor de mis eficaces y fiables fuentes, pusieron el grito en el cielo a causa de las pródigas lindezas que se atribuyeron al indicado individuo. A saber: irregularidades en la contratación de personal. Que cumplan o no los requisitos de concurrencia, publicidad, etc. es una cuestión carente de la menor relevancia para el indicado gerente.

Por otra parte, el susodicho es responsable de un servicio tan morrocotudamente desastroso que Epremasa pasó de un superávit de un millón de euros a un déficit por igual o superior cantidad, sin una sola causa justificativa de este descalabro en la situación económica de la mercantil.

A tenor de las mismas fuentes, el señor gerente fue especialmenteý generoso en la contratación de servicios externos a la mercantil: "Si en 2003 suponían un volumen de nueve millones de euros, ahora, en 2007, esa cifra ha alcanzado los 15 millones". Una generosidad que resultaría irreprochable si el susodicho aforase tanto despilfarro con cargo a su peculio. No es el caso: sus alegrías las pagan las faltriqueras del sufrido contribuyente. Nada tenemos, pues, que agradecer y sí mucho que pedirle. Al menos que repare los perjuicios económicos que nos causó.

Tampoco nos consuela que haya habido quienes se beneficiaron de tanta dilapidación. El señor Molina estuvo muy vinculado a muchas mercantiles de objeto social igual o parecido al de Epremasa. O sea: conoce bien el paño. Las "dimisiones" solicitadas nos parecen una tomadura de pelo. Chascarrillos: Lo que procede es la destitución o cese fulminante. Obviamente, esta medida resultaría muy complicada para el Presidente, señor Pulido. Porque don Blas Molina no es el único que convierte en cortijo privado una mercantil dependiente de la Diputación. Hay otros, con cómplices, de los que nos queda mucho que contar. Lo haremos con nombres y apellidos. Aunque nada resulte novedad para el lector, que sabe mucho de las "colocaciones" (!) en determinadasý Instituciones.

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