Días de trueno

Haber permitido que Bildu sea socio del Gobierno de España tiene sus consecuencias

San Fermín ha sido el pistoletazo de salida para el desencajonamiento de las iras abertzales en contra de los demócratas. Las iracundas bestias han salido a las calles amenazando a los políticos de UPN y Navarra Suma, después de haber estado siendo alimentadas por el abrazo amigo de los gobiernos socialistas, de Zapatero y Sánchez, que han ido blanqueando aquellas manos llenas de sangre, a las que no les importaría volver a las andadas de aquellos oscuros días de terror, pendientes de juicio y sin voluntad de pedir perdón. ETA recupera su fuerza a través de su brazo político, Bildu, quien en unas fiestas mundialmente admiradas las utilizan para salir a las calles pertrechados de pancartas con proclamas fascistas y agrediendo a la corporación municipal, provocando heridos, profiriéndoles insultos y amenazas en las calles secuestradas. Son las voces de bestias que inoculan el terror entre los ciudadanos. Vuelven los gritos y las amenazas a las calles, ahora de Pamplona, que se extienden a las de Ermua donde la hermana del asesinado Miguel Ángel Blanco había sido vetada y a quien el alcalde socialista le ha pedido que le entregue su discurso antes de darlo el día del homenaje a su hermano asesinado cobardemente. Haber permitido que Bildu sea socio del Gobierno de España tiene estas consecuencias. Las de coger fuerza para echar de territorios democráticos a ciudadanos democráticos a quienes se les quiere someter a una reinvención de aquel pasado de tiros, secuestros, dolor y sangre. Los demócratas hicimos revisión del pasado: la Constitución. Son los fascistas abertzales quienes deben revisar el suyo y ajustarse a nuestras normas, no al revés. El Gobierno es el responsable de detener esta nueva oleada de los días de trueno para restablecer la paz en la que los españoles merecemos vivir. Si a Boris Johnson lo han echado desde su partido, los socialistas han de hacer lo mismo para detener los populismos, autocracias y mentiras social-podemitas que se escudan en falsas acusaciones disfrazadas de ataques feministas. No es la fotografía de Irene Montero con sus amigas, una condenada, el problema. La crítica justificada es que ella exige que reyes, presidentes y ministros viajen en clase turista de vuelos regulares mientras Montero ha utilizado un Falcon del Ministerio de Defensa que tanto demoniza y dentro del avión ha sido servida por militares que tanto odia. Han de parar estos días que ponen en riesgo la estabilidad en España y vuelve a resquebrajarse, no solo ya desde Cataluña, también, desde Navarra. Y, Navarra somos todos.

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