LAS distintas maneras en que el turista se encuentra escrito el nombre de la ciudad califal, que forma parte del objetivo de su visita a Córdoba, hacen que el pobre guiri se vuleva loco y acabe sin saber qué es de lo que está leyendo. Tan correcto es el nombre tradicional de Medina Azahara como el que se está usando en los últimos años de Madinat Al-Zahra, fruto del rigor en la transcripción de la grafía original. Si, encima, entra en disputa la ciudad que Almanzor construyó en la otra punta de la ciudad, y en cuyo nombre sólo cambia una "a" por una "i", el cacao es tremendo. Los empecinamientos, que nunca conducen a ningún sitio, deberían dejar paso al consenso. Si hay unanimidad en decir cómo se llama la ciudad de Abderramán III -¿o será Abd al-Rahman III?- quien ganará será Córdoba en general y el monumento en particular. De una vez por todas se dejará de marear al turista que no se entera de nada. Y está en su derecho.