La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Despacito, para que me entienda

Si desde el PP o Cs -no digamos de Vox- se despreciara así a una política las feministas lo fulminarían

Tiempo de miserias e insultos. Viene de lejos, pero la larga temporada de inestabilidad política y la fragmentación del poder en la izquierda (PSOE, Unidas Podemos, independentistas vascos y catalanes) y en la derecha (PP, Ciudadanos, Vox), que además se multiplica con pugnas y traiciones internas entre los partidos afines/caníbales y dentro de los propios partidos, no ha hecho sino enlodarlo más. Lo escribía anteayer a propósito de ese apoyo o socio incómodo de la derecha que es Vox: un concejal del grupo municipal sevillano de Vox llamó "tarado" a Blas Infante. Hoy lo escribo a propósito de ese otro apoyo o socio incómodo de la izquierda que es Podemos, también rival con tantas ansias de zamparse al PSOE como el cocodrilo -tic tac, tic tac- al capitán Garfio.

Bueno, no exactamente Podemos -vamos con lo de las luchas intestinas- porque se trata de Errejón, el fundador de Podemos, director de las campañas electorales del partido del que fue diputado y portavoz en el Congreso, contrincante derrotado de Iglesias en Vistalegre II, candidato podemita a la Comunidad de Madrid en las autonómicas de 2019 tras ser elegido con el apoyo del 98% de las bases para finalmente pasarse a Más Madrid al amparo de Manuela Carmena (a su vez ahora, según la rumorología, ministrable en un futuro Gobierno del PSOE). Él es quien ha dado un lamentable espectáculo elitista y machista en el debate de investidura de Isabel Díaz Ayuso.

Errejón debe tener una alta opinión intelectual de sí mismo que le da ese aire entre el Sabiohondín de La familia Trapisonda de Ibáñez y Poindexter, el supersabio sobrino del Profesor de El Gato Félix, ambos apropiadamente representados con birrete académico y gafas de culo de botella. Quizás llevado por la soberbia intelectual y académica arremetió contra Díaz Ayuso en términos despectivos injustificables: "Tengo miedo de una presidenta que no tiene capacidad de mantener un debate de quince minutos", "si le parece, escriba usted los discursos", "usted lee bien, aunque a veces se trabe" o "se lo diré despacito para que me entienda". Usted y yo sabemos que si un político del PP o Cs -no digamos de Vox- se hubiera dirigido así a una política de izquierdas el coro feminista lo habría fulminado. Pero resulta que la izquierda, por ser el bien sin mezcla de mal alguno, no puede ser machista, ni elitista, ni groseramente despectiva. Y no pasó nada.

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