Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Desideología

Lo que hace Vox al rechazar la fórmula 'transversalidad de género' por "ideologizada" es, exactamente, ideología

Lamenta el portavoz andaluz de Vox, Alejandro Hernández, que la expresión transversalidad de género, presente en diversos documentos legales de la administración autonómica, es un término "ideologizado". Y por eso quiere su partido sustituirlo por alguna otra forma más, digamos, neutral; en cualquier caso, una alternativa con la que tanto los representantes de Vox como sus votantes se encuentren más cómodos. Lo de la transversalidad de género hace referencia, ya se sabe, a la intención de favorecer criterios de igualdad en todas las acciones políticas que se emprendan desde cualquier área de gobierno. Pero lo apasionante, en cualquier caso, es la batalla emprendida por Vox para privar al lenguaje no ya coloquial, sino legal, de esta supuesta carga ideológica. La desideologización (perdonen el palabro) es una empresa, ciertamente, digna de Quijotes. La mala noticia es que es imposible: la construcción del lenguaje es inevitablemente ideológica en cualquier ser social tanto por lo que decimos por lo que callamos o evitamos decir. Tal vez la improbable aparición de un nuevo Víctor de Aveyron nos permitiría comprobar en este siglo XXI las bondades y penurias de un lenguaje exento de cariz ideológico, pero incluso así no habría más remedio que admitir que la palabra, manifiesta o muda, exige tomar partido.

Y no tiene esto tanto que ver con la crítica marxista de la ideología como con las relaciones esenciales entre ética y lenguaje. Cuando una expresión cualquiera se refiere a un argumento ético, lo formula, lo ejemplifica y lo dota de significado, únicamente podemos reaccionar en relación con el argumento y su fórmula; no cabe permanecer exentos, porque hacerlo, o pretender que lo hacemos, también implica un posicionamiento. Es decir: al rechazar el término transversalidad de género por "ideologizado", lo que el señor Hernández y Vox hacen es, exactamente, ideología. Pretender lo contrario es digno de sofistas demasiado conformes. En la medida en que la igualdad de todos los seres humanos, expresada de esta forma, es un argumento ético, únicamente se puede estar a favor o en contra, salvo que no seamos seres humanos, porque la ética interpela siempre a quienes se consideran tales. Del mismo modo, rechazar la presunción ideológica implica rechazar el argumento, por lo que la posición de Hernández es contraria a la igualdad de las personas. Por muy sofistas que nos pongamos.

Nada de esto nos sorprende cuando, al cabo, ha quedado claro que el deporte favorito de Vox es confundir ideología y partidismo. De éste sí que no se quejan, por cierto.

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