Hace pocos días, conmemorábamos -usando un excelso plural- el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Un 25-N peculiar, extraño y condicionado como todo lo que acontece este año. Un 25-N coloreado de manera singular por borrones inadmisibles.

Hace unas semanas aparecía en las marquesinas publicitarias de nuestra ciudad, el fallido cartel de la campaña contra la violencia de género de nuestro Ayuntamiento "De mayor no quiero ser como mi papá". Yo no llegué a ver presencialmente la marquesina, pero la manida imagen de esa esquina con el cartel y los miles de comentarios en redes, me hace dudar si topé con él o solo lo encontré en pantalla. La indignación, la explicación, la justificación y su retirada nos tuvieron inmersos en debates, opiniones y discusiones que llegaron al insulto.

Ya nos contaba Noelia Santos en estas páginas que el #YoSíQuieroSerComoMiPadre, llegó a ser trending topic. Ruido, mucho ruido, el centro fue esa campaña. Eso se tornó en el foco. De ahí derivamos al perdón del alcalde y entonces la atención se posó en lo loable de rectificar en política.

En la semana del día en cuestión, semana de Black Friday -no lo olvidemos- el hueco que dejaron las ofertas, lo copó el asunto del decreto del alcalde que levantaba la suspensión para los actos institucionales del 25-N y a eso también se le dedicaron ratitos de radio, líneas en prensa -en alguna más que en otras- y algún debate en chats. Si se permitía o no la concentración, si la organización era de la Plataforma Cordobesa contra la Violencia, si el permiso de la Subdelegación; el concejal de Presidencia evidenciaba que el problema para algunos era condenar la violencia y ahí nuevamente, leíamos a Vox en los titulares.

El 25-N alguna cayetana de apellido compuesto declamaba monólogo desde canal propio de Youtube, criticando a Casado, ridiculizando el heteropatriarcado machista y haciendo un peligroso juego a otro peligroso negacionismo, el de la violencia de género. Eso también se llevó el foco y mucha atención.

Aún mis hijas son demasiado pequeñas para hablarles de Patria, Minerva y María Teresa. Mis líneas aquí son de opinión, no de divulgación histórica, pero este descafeinado 25-N parece imprescindible recordar el sentido de la lucha y de esta conmemoración. Que los números siguen siendo espeluznantes, que estas muertas no enfermaron, que las asesinaron. No podemos caer en la trampa, debemos sobreponernos y aprender a eludir polémicas insulsas o magistrales tácticas de desenfoque y ratificar el sentido de la necesaria jornada. Que hay demasiado ruido, demasiado borrón y un ánimo inequívoco de desviar la atención.

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