Veredas livianas

Noelia Santos

nsgemez@eldiadecordoba.com

Desayunar en fiesta local

Nos llaméis como nos llaméis, celebraremos, brindando con café, que se haya hecho justicia

Mañana he quedado con mis amigos a las 10:15 para desayunar. Churros, chocolate, café, tostadas. Tendremos todo lo necesario para pasar una buena mañana, de esas que nos gustan a nosotros, como cuando quedamos el 22 de diciembre para ver en directo el sorteo del Gordo, después de haber salido la noche de antes y tras haber comprado la cantidad total de un boleto para alrededor de una veintena de personas.

Somos más de quedar a eso de las 23:30 o a la hora del café, así que pueden imaginarse que citarnos a las 10:15 de un jueves convierte a la quedada en un evento más que especial. Si a eso le sumamos que es San Rafael y que en lugar de estar en mi casa echándole sacarina al café podríamos estar camino de Los Villares con el maletero cargado de panceta y cervezas del Mercadona, la cosa adquiere más enjundia.

Hemos quedado, concretamente, para seguir en directo la exhumación del dictador. Pueden llamarnos frikis, aceptamos incluso que nos digan niñatos, si quieren y se atreven están en su justo derecho de reprocharnos todo lo que se les venga a la boca. Yo nos imagino callados, observando la pantalla del televisor, alguna broma de vez en cuando (por quitarle tensión) y, en su justo momento, me veo a mis amigos y a mí aplaudiendo hasta dejarnos las manos y algún que otro abrazo de victoria propia e impropia.

No sé cómo se verá desde fuera que aprovechemos una fiesta local para que se nos ponga el vello de punta cuando veamos que el asesino Franco queda lejos de su lugar de culto, viajando sus restos de malnacido en helicóptero fuera de Cuelgamuros, despidiéndose para siempre de esas paredes repletas de presos políticos que aún después de su muerte tuvieron que soportar las visitas de nostálgicos (fascistas) cubriendo de flores la tumba de un dictador.

Se vea como se vea y nos llaméis como nos llaméis, nosotros celebraremos, brindando con café y chocolate calientes y mañaneros, que se haya hecho justicia. A las 10:30 de mañana, 44 años tarde, seremos testigos de un hecho histórico y lo haremos con una sonrisa una cara. Una generación que nada tuvo que ver con las atrocidades que el casi-exhumado cometió, que no vivió ni por asomo todo lo que sí tuvieron que padecer nuestros abuelos. Por ellos y por los suyos mañana vamos a quedar a las 10:15 para desayunar.

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