Esto va muy rápido. Es como si a Pedro Sánchez se le hubiera metido el miedo en el cuerpo y quiere tomar decisiones cuanto antes. Deprisa deprisa, hay que arreglar las cosas, tomar decisiones, hacer cambios, convocar el federal, atar en corto a los disidentes y dar la vuelta a la situación, que se está yendo de las manos.

Para mayor preocupación, cuando acababa de convocar el comité federal para que aprobara nombramientos -¿solo del partido? ¿también del gobierno?- el CIS de Tezanos llegaba con una noticia alarmante: el PP ganaría hoy unas elecciones, con el PSOE a casi 2 puntos de distancia. Pedro Sánchez debe estar al borde del ataque de nervios.

El lunes renunció Lastra; ayer, Delgado. Las dos, por razones personales, un embarazo de riesgo y una lesión en la espalda. Es la explicación oficial, aunque son dos personas tan cuestionadas que se han disparado las especulaciones.

No se sabe si ante la certeza de que el futuro de Sánchez no se presentaba brillante, el presidente ha decidido soltar lastre y deshacerse de dos altos cargos muy polémicos; o si efectivamente ellas han decidido dimitir porque no se sentían con fuerzas. Algunas malévolas fuentes socialistas cuentan que en el caso de Lastra, se ha marchado antes de que Sánchez se lo pidiera. No es el caso de Dolores Delgado, la Fiscalía General tiene fecha de caducidad. Es probable que su renuncia se deba a una lesión de la espalda, pero ayer se aceptaba con dudas que la situación fuera tan grave como para justificar la renuncia.

Delgado ha sido sin duda la fiscal general más discutida. Desde su nombramiento, porque salió directamente del Ministerio de Justicia a ocupar la Fiscalía General, lo que provocó que se pusiera en duda su imparcialidad. En efecto, en estos dos años y medio ha dado pruebas de sectarismo en algunas de sus decisiones, tanto en los nombramientos -con incómodas polémicas entre fiscales- como en asuntos que incidían directamente en la gestión del Gobierno de Sánchez.

No ha ayudado en su imagen de independencia el hecho de ser la pareja de Baltasar Garzón, muy cuestionado tanto cuando ejercía de juez de la Audiencia Nacional como ahora que dirige un importante bufete en Madrid. Su estrecha relación con el ex comisario Villarejo, el hombre que ha provocado los mayores escándalos de los últimos años en España, ha salpicado también a la propia Delgado, que ha visto publicadas conversaciones suyas con Villarejo que han causado estupor, bochorno… y cuestionado su profesionalidad.

Moncloa y Ferraz son estos días escenarios turbulentos. El sábado, con la reunión del comité federal, se presenta apasionante.

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