A veces tengo la impresión de que no avanzamos. Ayer entraron de nuevo en Kabul las huestes que esclavizan a la ignorancia. Volver al burka y el miedo me causa dolor. A los europeos aburridos en sus privilegios que se avergüenzan de ser lo que son, los talibanes pareciera que llegan de recordatorio para que despierten a una autoestima que les limpie de culpas frente a las brutalidades medievales.

Hace siglos Europa se unió contra otra amenaza en Lepanto. El turco era entonces lo opuesto a la civilización greco-romana trufada de cristianismo y humanismo. Había que defenderse con la espada y se hizo. La memoria mejora conforme superamos complejos. La Historia enseña que hay algo más allá de este presente absoluto mercantilista e hiper desinformado frente a una pantalla.

El papa San Pío V lanzó la llamada. De Barcelona partió una muchedumbre de galeazas con los temidos tercios que luego darían origen a la tan útil infantería de marina. Entre ellos, los granadinos Don Álvaro de Bazán y el aguerrido Don Álvaro de Figueroa a las órdenes de Don Juan de Austria y de mi propio antepasado lejano Don Luis de Requesens. Un tándem de éxito que funcionó a las mil maravillas entre capitán general y lugarteniente general de la Guerra del Reino de Granada para la guerra de las Alpujarras, luego de Lepanto. Tal éxito estratégico, al combinar arrojo e inconsciencia juvenil con estrategia naval y serena experiencia, consolidaron las fronteras de la naciente Europa, esta identidad diversa cimentada en la equidad, la democracia y la solidaridad en lucha siempre contra la tiranía, la discriminación y la incultura. Una tierra y una cultura imperfecta pero posible y habitable.

En septiembre y octubre Granada se vestirá de gala para recordar que a veces estamos unidos y de acuerdo. Colectivos de la sociedad civil se han unido espontáneamente para ello, sin más apoyos que sus propias ganas de ensalzar figuras como, por ejemplo, la de una mujer soldado granadina que se saltó las normas por estar en primera fila. Porque las mujeres antes y ahora también lucharon. Porque Europa es nombre de mujer. Porque quedan muchas luchas.

Honrar a los que nos precedieron es de bien nacidos pues sobre sus hombros hemos construido lo que somos. Las formas fueron otras, pero en esencia lucharon por defender el mundo en el que creían dando hasta su vida. Un ejemplo.