Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Deconstruyendo España

Recuerden a Stendhal: "Estos señores quieren leyes justas, a excepción de la ley de aduana, que se debe hacer a su gusto"

Antes de ayer, El País publicó una tribuna de Luigi Ferrajoli, Deshaciendo un posible equívoco, en la que el jurista italiano recordaba que el derecho a la autodeterminación no existe en ninguna democracia ni se contempla en los foros oficiales internacionales salvo para liberar yugos colonialistas a territorios oprimidos, categoría en la que Cataluña no entra ni con un calzador con palanca en la Luna. Y recordaba lo obvio: "El independentismo de Cataluña, una de las regiones más ricas de España, es, en cambio, una forma inaceptable de secesionismo de los ricos". De hecho, lo que se está negociando entre la andaluza Montero y ERC serán pesetas (y lo demás, galletas: excarcelaciones, cabezas de fiscal jefa). Como ha sucedido de forma periódica a lo largo de esa historia entre Castilla y Aragón llamada España, marcada por los sucesivos bocados del pastel común por parte de los nacionalismos antiespañoles.

Recuerden a Stendhal, Diario de un turista, 1838, refiriéndose a la alta burguesía catalana: "Estos señores quieren leyes justas, a excepción de la ley de aduana, que se debe hacer a su gusto". Ahora que las fronteras nacionales se han ampliado al continente en términos de comercio y altos tribunales, España dejó de interesar como mercado cautivo. Y conviene un estado menor, con toda la infraestructura creada por sedimentos seculares en forma de balanzas comerciales no poco trucadas: para ti los pasivos, yo me quedo los activos. ¡Fuera de mi casa!

Lo normal es que el ejemplo cunda. Y no sólo que León quiera ahora -ahora- liberarse del yugo centralista vallisoletano, sino que esa marea fragmentaria haga volar en pedazos a España, previa anexión de Burgos, Logroño y Cantabria, y por supuesto de Navarra, por parte del País Vasco, y que de Castellón a Murcia, más Baleares, vayan a la buchaca (que es bolsillo en catalán). Del nacionalismo al cantonalismo, y de éste al distritismo irán dos pasos, y al final los barrios ricos renegarán de los pobres: al menos esa es la lógica de la voladura infinitesimal. Con ganancia de pescadores. Ya surjen en Andalucía las reclamaciones distintivas, y no sólo buscando una algo exótica notoriedad los adalides de fortuna de turno: es poder más dinero, con hermoseo y maquillaje liberador. En una Andalucía para la que todo pacto fiscal con Cataluña supone un pasito más hacia atrás, hacia la periferia. Una Andalucía a la que ya no quiere ni el PSOE. Qué visionario aquel publicista de Ikea con aquello de "la república independiente de tu casa".

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