Mi amigo Carlos Quintana suele defender, al contrario de lo que predica esa red social que se ha convertido en poco menos que una droga digital -Facebook-, que amigo, como cantaba Serrat, no se le llama a cualquiera, que amigo son palabras mayores y que, desgraciadamente o afortunadamente, nunca se sabe, los amigos que son de verdad se suelen contar con los dedos de una mano, y a veces, con pocos dedos de esa mano.

De los amigos de verdad te alegras de sus éxitos y te duelen sus fracasos, ríes con ellos cuando ellos ríen y lloras con ellos cuando ellos lloran. Entre esos dedos de una mano con los que cuento a mis amigos está Carlos Quintana y también está Antonio Cortés. Nada que ver el uno con el otro. Con Carlos hice carne esa canción de Serrat -Decir amigo-. (Decir amigo es decir juegos, escuela, calle y niñez / gorriones presos de un mismo viento tras un olor de mujer). Con Carlos compartí mi niñez, mi adolescencia, mi juventud y, aunque ahora vivimos lejos el uno del otro, también mi premadurez, madurez o como se llame. En cambio, a Antonio lo conocí hace pocos años, a través de mis viajes al Vicente Calderón a ver a nuestro Atleti.

Nunca convivimos en la niñez, la adolescencia, la juventud...Lo único que habíamos compartido hasta conocernos es que nacimos en el mismo pueblo -en Belalcázar-; en lo que respecta a la edad, me lleva 23 años; y reside en Madrid desde hace bastantes décadas. Antonio es de esas personas que escasean, de esas que te reciben con el corazón abierto sin apenas conocerte -como Dani, ese chaval que se sienta a mi lado en el Metropolitano, al que también puedo llamar amigo-, de las que te lo dan todo desde el principio desinteresadamente, de las que, como también Dani, te acaban ganando el corazón. Me han enseñado que, como reza esa canción, Decir amigo es decir lejos y antes fue decir adiós / y ayer y siempre lo tuyo nuestro y lo mío de los dos.

Por eso, porque los amigos ríen contigo cuando tú ríes y lloran contigo cuando tú lloras, he pensado dedicarle esta humilde columna a mi amigo Antonio, para intentar darle fuerzas en unos momentos en los que lo está pasando muy mal después de haber perdido a uno de sus seres más queridos, un ser que tenía aún toda la vida por delante. Me da igual que esta columna tenga pocos lectores, tan sólo espero que estas palabras sirvan para ayudarle de alguna manera a quien desde que era prácticamente un desconocido se ha desvivido por mí.

Quiero dedicarle esta columna porque resulta difícil confortar a un amigo cuando después de meses de esa pérdida lees que ha puesto mensajes en Facebook del estilo de "cómo no va estar bonito el cielo, si tú estás allí. Siempre vivirás en mi corazón"...que te dejan sin palabras. Amigo Antonio, como canta Serrat, Decir amigo se me figura que decir amigo es decir ternura / Dios y mi canto saben a quien nombro tanto. Mucha fuerza, Amigo.

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