Mensaje en la botella

Córdoba se reencuentra

Lo que cuenta ahora es que los cordobeses podrán volver a disfrutar de la calle

La provincia está de enhorabuena. Después de dos años de dura pandemia –que aún sigue presente, que nadie lo olvide– la ciudadanía comienza a tomarle el pulso a lo que era nuestra vida antes del covid. No hay más que mirar las colas de gente del pasado Viernes de Dolores en la plaza de Capuchinos para palpar que hay ganas de Semana Santa, de celebración, de recuperar las tradiciones y los sentimientos. No es la normalidad completa, pero sin duda es lo que más se le parece.

Desde hoy, y hasta el domingo que viene, esta tierra volverá a disfrutar de momentos que ya quedan muy lejos en el recuerdo. Y no solo en cuanto a los desfiles procesionales, sino también en nuestra maltrecha economía a través del impacto turístico que puede generar en hoteles, monumentos y restaurantes de todos los rincones de Córdoba.

Pero lo más positivo es que ese reencuentro no se ciñe solo a la Semana Santa, sino que la ciudad y sus municipios están ansiosos por regresar a lo que fuimos. Así, el salón de plenos de Capitulares ha acogido esta semana distintas presentaciones que, por muy clásicas que nos parezcan, echábamos de menos. Me refiero, por ejemplo, a la Cata del Vino, al Festival de la Guitarra y a la Noche Blanca del Flamenco, eventos que vuelven a una tierra golpeada por el coronavirus y que, pese a todo, sigue mirando de reojo a la cruel guerra de Ucrania y a la crisis económica que se nos ha venido encima.

Tiempo habrá más adelante para analizar si el programa del festival de la seis cuerdas y el del flamenco es el acertado o si el formato de la cata, antesala del Mayo Festivo, merece un cambio para hacerlo más atractivo a quienes nos visitan.

Lo que cuenta ahora es que los cordobeses ansían volver a disfrutar de la calle, pero para que el éxito sea completo también es necesario que todos estemos a la altura, tanto en nuestro comportamiento como en el respeto a esas nuevas normas de contacto social que aún siguen vigentes. Por ello, no podemos caer en la trampa de que el afán nos lleve a unos excesos que para nada serían positivos, tanto por parte de los que echaban de menos determinadas celebraciones y ahora pueden disfrutarlas como de quienes vienen de fuera. El sentido común de los cordobeses debe marcar este retorno y las instituciones también deben velar para que las procesiones y todo lo que supone la primavera en Córdoba se desarrolle con la máxima normalidad.

Ese es el camino, porque además jugarnos la salud, esta provincia tiene una proyección en el exterior de la que depende una gran parte de su sistema productivo y el bienestar de miles de familias. El mejor reencuentro, y el más valioso, se produce con aquello de lo que uno no se quería despedir. Y ahora es el momento.

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