He visto varias Córdobas en esta semana que hoy acaba. Y las he tratado de analizar no ya desde el sentimiento o el deseo de lo que querría para esta tierra, sino desde la perspectiva de los números. Porque hemos vivido unos días en los que la estadística ha destacado por encima de todo y, pese a la frialdad que suelen aportar las cifras, a veces llevan a pensar que la realidad (o la distintas realidades) reconfortan, o no, dependiendo del cristal con el que se mire. Así, el lunes nos encontramos con que la mitad de los asalariados cordobeses cobra por debajo del salario mínimo interprofesional o, lo que es lo mismo, que casi 150.000 trabajadores de Córdoba ingresa menos de 736 euros mensuales. Lo dice el estudio del sindicato CCOO en su Observatorio Social sobre las Personas Mayores, un informe que apunta que por estos lares tenemos unas pensiones que están a la cola del país o que le media de esas pagas a los jubilados es 200 euros inferior a la media española, entre otras cosas.

Unos días más tardes se hizo pública la Encuesta de Población Activa (EPA) de los últimos meses de 2017, que apunta a que la tasa de paro es la más baja desde el año 2010, pero que seguimos soportando un índice de desempleo del 27%, que son las mujeres -otra vez- las que más sufren la falta de trabajo y, lo que me parece más dramático, que 28.600 hogares de la provincia tienen a todos sus miembros en paro. A todo ello se suma el informe de Analistas Económicos, que apunta un crecimiento del 1,8% durante este ejercicio e insiste en la temporalidad como denominador común a la hora de firmar contrataciones, muy por encima de lo que es habitual en Andalucía.

De otro lado, nos hemos encontrado con una Córdoba que ha cerrado el año con otro récord -y los que vendrán- en cuanto a turistas, con más de un millón de personas alojadas sólo en los hoteles de la capital y un incremento notable de los viajeros que apuestan por venir a esta tierra. Supongo que como consecuencia de esos números es posible también otro de los titulares de la semana, como es que los establecimientos hotelero de la provincia elevan un 10% su rentabilidad una vez que parece que ha quedado atrás la guerra de precios. Y eso que dormir en Córdoba no es precisamente una ganga para el bolsillo.

Pues con todos estos números cuesta incluso decidir si queremos ver el vaso medio lleno o medio vacío. Porque podríamos seguir diciendo, por ejemplo, que el 65% de las pymes cordobesas carece de un departamento de I+D+i o que el 70% piensa que la innovación en sus empresas es cara, según un estudio realizado por Asfaco.

Quedarse con alguna de estas Córdobas es imposible, porque eso significaría obviar a las otras o, lo que es peor, ignorarlas. Detrás de cada cifra, de cada estadística, hay una satisfacción o un drama. Los números están para exponernos una realidad, nos guste o no, y ahora corresponde a toda la sociedad (a unos más que a otros) poner el remedio para modificarla. Dicen algunos que para entender realmente las matemáticas hay que "humanizar los guarismos". Tal vez ése sea el camino. Tendremos que hacer más números y menos el numerito.

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