Mensaje en la botella

Córdoba y su entorno

La provincia cuenta con déficits notables a los que no se ha dado respuesta en estos años

Muchas de las afirmaciones que han quedado plasmadas en el estudio de la contribución de la Universidad de Córdoba a su entorno económico y social, elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), ya las sabíamos o, al menos, se intuían, si bien la corroboración de esos supuestos por parte de los expertos las elevan de categoría. Vaya por delante que lo más destacado de este informe es el impacto real de la UCO en la sociedad cordobesa y andaluza, que se traduce en 369 millones de euros. Dice el rector, José Carlos Gómez Villamandos, que el estudio debe ser un punto de partida para mejorar esa contribución a la sociedad. Y no le falta razón, pero además de sacar pecho de nuestra universidad -un gesto que escasea por desgracia en Córdoba- tal vez deberíamos saber leer con cierta conciencia crítica una parte de ese análisis que pone sobre la mesa algunas carencias que los redactores han denominado como "entorno desfavorable", entendiendo como tal el ambiente que rodea a la UCO.

Ese entorno "se caracteriza por mayores tasas de abandono, menores niveles de competencias adquiridas en la enseñanza obligatoria y tasas más bajas de escolarización y graduación en enseñanzas postobligatorias". Pero aún hay más, porque según los autores del estudio "el entorno local presenta en general características socioeconómicas y laborales (renta per cápita, salarios, tasa de actividad del capital humano o tasa de ocupación del capital humano) relativamente desfavorables, y en algunos casos muy desfavorables, en comparación con el promedio nacional".

Lo cierto es que el párrafo anterior nos debe llevar a tomarnos de una vez en serio cuál es la realidad de Córdoba, esa misma que en demasiadas ocasiones echamos a un lado o con la que somos tolerantes. La provincia cuanta con déficits notables a los que no se ha dado respuestas en los últimos años. Y no todos esos problemas son responsabilidad de los políticos -la mayoría sí- sino de la propia sociedad. Que los resultados académicos de nuestros escolares son cuestionables es evidente y así lo dicen las distintas evaluaciones que se realizan a nivel europeo, por lo que deberíamos aportar todos para darle la vuelta a esa situación.

A todo ello hay que sumar una excesiva dependencia de lo público, una afirmación que tiene varias lecturas. La primera, y más importante, es que si la presencia de las administraciones es tan relevante será porque lo privado no está a la altura de las necesidades del territorio, o cuando menos está poco implicado. Pero además, resulta que nuestros talentos universitarios no tienen la posibilidad de desarrollar sus conocimientos en los sectores productivos emergentes, entre otras cosas, porque aquí no existen. Pues con este diagnóstico o espabilamos o el entorno desfavorable se puede convertir en imposible. A tiempo estamos.

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