El momento de los tibios ya pasó y ahora sólo queda posicionarse: o con la Constitución o con el atajo inconstitucional; o sea, frente a ella. Estar con la Constitución, que quede claro, no significa ser facha como pretenden los del atajo, los manipuladores, sino precisamente lo contrario. Estar con la Constitución no significa tampoco ser votante de Mariano, aunque se puede ser defensor de la Carta Magna y votante del PP. Estar con la Constitución tampoco significa que la creas el libro sagrado, lo que quiere decir que puedes estar con ella y querer reformarla. Tampoco significa por último que quien esté con la Constitución deba estar en contra de un futuro referéndum catalán por la independencia, pues en el mismo texto constitucional están las vías para que tal cosa se pueda acabar realizando de forma legal y no como un atropello a la soberanía nacional y a los derechos de los españoles. Ahora, con los jueces actuando contra la tropelía antidemocrática del 1-0 y con las fuerzas del orden cumpliendo fielmente su mandato, es pues el momento de que cada cual decida si está a favor de la Constitución o si se coloca del lado de los que le quitan la legitimidad primero para pisotearla después, algo penado en este país, cuya Transición se estudia en universidades de medio mundo como modelo, y en todas las democracias occidentales. Los demócratas no pueden estar sino con la Constitución, y con su reforma legal si así les parece, mientras que los anticonstitucionales no son sino antidemócratas que confunden a presos políticos con políticos presos. A gente detenida por lo que piensa, que es lo que hacía Franco y Pinochet y lo que hacen aún Raúl Castro o Maduro, con gente detenida por lo que hace, apresada por saltarse la ley. Los dos frentes hace tiempo que están conformados en España, aunque algunos partidos como el PSOE estén a punto de romperse por eso mismo, y ahí será donde se decida el futuro de este país o pluripaís, que todo eso habrá que verlo. De lo que no hay duda es de que no es momento de debatir sobre quién tiene la culpa del dislate, en el que inocentes hay pocos en Barcelona y Madrid, sino de decir alto y claro si se está con la Constitución o si está frente a ella. Lo demás hoy, ya digo, es tibieza interesada. Yo, como no podría ser de otro modo, hoy y todos los días estoy con la Constitución. Estoy con la democracia que nos dimos.

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