Pues aquí andábamos tan contentos por aquello de que el demandado tren entre Alcolea y Villarrubia -pasando por Rabanales y la capital- echa a andar el próximo 29 de octubre, hasta que llegó Renfe y dio cuenta de cuáles serán las tarifas reales que tendrán que pagar los usuarios. Salió a relucir entonces que, efectivamente, tanto los políticos como las plataformas sociales que lo han demandado esperaban otra cosa. Vaya por delante que da la sensación de que la operadora ferroviaria no ha tenido excesiva sensibilidad con Córdoba y que se ha limitado a aplicar lo que marcan las normativas respecto al tipo de servicios que tenemos.
Y es aquí donde me van a permitir que me detenga, porque hasta con cierto humor nos hemos referido a veces en la polémica absurda entre la izquierda y la derecha cordobesa de denominar a este tren como Cercanías o Metrotrén, según se posicione cada uno. Y de tanto darle vueltas a la perdiz, resulta que ahora, con estas tarifas anunciadas, es cuando algunos se han percatado de que la semántica tiene más importancia de la que podríamos imaginar. Sin dejar la ironía, esto se parece a lo que decía el personaje de Pazos en aquella película surrealista y loca de Bajo Ulloa que se llamó Airbag, en la que en muchas de las escenas recurría a la palabra concepto (en tono gallego y eliminando la p a veces de la dicción). Y es que ese Pazos que interpretaba Manuel Manquiña, cuando se encontraba en una discusión de la que no entendía absolutamente nada, decía: "¿y el concepto, eh?" "El concepto es el concepto, esa es la cuestión".
Pues así es, porque ahora hemos comprobado en nuestro bolsillo que lo que tenemos en Córdoba no es ni un Cercanías ni un Metrotrén, sino un servicio de Media Distancia. Tal vez no difieran mucho uno del otro desde el punto de vista funcional, pero sí a la hora de aplicar lo que cuesta el viaje. Y lo curioso es que todos los sabían, todos tenían asumido que era así, que aquí no había ni Cercanías, ni tranvía, ni lanzadera, ni Metrotrén, ni gaitas, que era otra cosa. Claro que con lo que no contaban es que la llegada del tren coincidiría prácticamente con el anuncio de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, de elecciones y con la precamapaña, con lo cual cada partido ha decidido iniciar su guerra contra el otro.
Y en ese momento estamos. Si usted, cordobesa o cordobés de la calle, espera un acuerdo unánime de todas las fuerzas políticas para pedir que este ferrocarril sea de verdad un Cercanías y que mientras que llega esa declaración se rebaje de alguna manera el coste del billete, se equivoca. No están nuestros dirigentes en eso ahora, sino más bien en esa fase que Pazos decía en Airbag, repito, con acento muy gallego: "igual que te digo una cosa te digo la otra".
Que si la culpa es de Rajoy, que si el Gobierno de Sánchez ha aplicado un tarifazo, que si el Consorcio de Transportes no sirve, que si hay presupuesto en Capitulares para amortiguar el déficit o si la Junta pone o deja de poner dinero para el corredor ferroviario. Cada uno a lo suyo, a hacer campaña, que es lo que toca. Y mientras, nosotros a verlas venir. Sólo nos queda que alguien diga, "¿y el concepto? Esa es la cuestión".
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