Celebración

Como escribió Ortega en la 'Teoría de Andalucía', en España "las ideas dominantes son de acento andaluz"

Pronto hará un siglo que se escribieron estas palabras: "Durante todo el siglo XIX, España ha vivido sometida a la influencia hegemónica de Andalucía. [Durante] aquella centuria […] las ideas dominantes son de acento andaluz […] España entera siente justificada su existencia por el honor de incluir en sus flancos el trozo andaluz del planeta". Y el mismo autor ratifica aún más: "Andalucía, que no ha mostrado nunca pujos ni petulancias de particularismo; que no ha pretendido nunca ser un Estado aparte, es, de todas las regiones españolas, la que posee una cultura radicalmente suya". Son frases entresacadas de dos artículos publicados en el diario El Sol en 1927, que alcanzaron celebridad y fueron reunidos y editados, junto a otros ensayos, bajo un título un tanto irónico: Teoría de Andalucía. El autor fue el más celebrado pensador y filósofo español del pasado siglo. No era andaluz, por tanto no cabe pensar que sus orígenes le predispusieran a tan exaltadas declaraciones. Sin embargo, las muchas ideas vertidas en aquella veintena de páginas han obtenido escaso eco en Andalucía, quizás porque han sido pocos leídas y desdeñosamente tratadas. A la mayoría de sus comentaristas les ha bastado entresacar los párrafos dedicados al ideal vegetativo y tendencia a la pereza que atribuye a los andaluces, para no adentrarse en las restantes reflexiones que circulan por el texto. Obviando, incluso, que esta visión, en apariencia negativa, es matizada por el propio autor cuando añade: "Pero no exageremos la indolencia de los andaluces […] es la pereza el postrer residuo que nos queda del Paraíso, y Andalucía el único pueblo de Occidente que permanece fiel a un ideal paradisíaco de la vida".

Aquellos que rechazan la importancia de esta Teoría -en realidad un breve ensayo, escrito por Ortega y Gasset, hace 91 años- basándose en los párrafos sobre la pereza andaluza, confirman así hasta qué punto esa misma indolencia los determina y les impide enfrentarse y dialogar con las restante sugerencias expuestas. En estos días, si se quiere celebrar una imagen de Andalucía que no suene a cartón piedra, convendría recuperar aquellas ideas del pasado que permanecen vivas y transformarlas en nuevas fuentes de ilusión. Releer la Teoría de Andalucía orteguiana no aporta soluciones pero sí suscita propuestas y plantea, con la mejor escritura, el reto de intentar que algún día pueda de nuevo imprimirse que en España "las ideas dominantes son de acento andaluz".

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