La esquina

Catalanes antes que socialistas

QUIEN bien te quiere te hará sufrir", le recordó José Montilla a Zapatero en el congreso que ha consagrado que el Partido de los Socialistas de Cataluña es más de Cataluña que de los socialistas. "Te queremos bien, te queremos mucho, pero aún queremos más a Cataluña y a sus ciudadanos", remató la faena ante un Zapatero que pasó de puntillas sobre el espinoso asunto de la financiación, aventurando que obrará un milagro mayor que el de los panes y los peces: con su modelo de financiación todas las autonomías saldrán ganando.

A Montilla lo pusieron al frente de la Generalitat para corregir los extravíos nacionalistas de Maragall. Que haya profundizado en el nacionalismo quiere decir que la relación PSC-PSOE no era un problema de personas, sino de concepción. El congreso de este fin de semana, repito, ha ratificado una línea política basada en enfatizar el componente nacional-catalán por encima de la ideología socialista entroncada con el Partido Socialista que funciona en el resto de España.

Lo ha hecho con tanta convicción que en la prensa catalana se hablaba ayer de que Montilla ha pronunciado el discurso de su vida política y que, incluso, ha surgido el Espíritu del 20 de julio, una especie de acta fundacional de una nueva era, que a mí personalmente me da el mismo repelús que todos los espíritus que son convocados a la acción política. Suelen ser voraces y exclusivistas. El catalanismo amontillado no se conforma con las concesiones que el propio Zapatero recordó ante los delegados: el Estatut, los papeles de Salamanca, el catalán en las instituciones europeas, el rechazo del trasvase del Ebro, las balanzas fiscales...

El PSC quiere más. Es fácil de entender (de aceptar ya es otra cosa): para disputarle a Convergencia i Unió las amplias clases medias catalanas y convertirse al fin en partido hegemómico y central en Cataluña, el PSC de Montilla necesita subrayar su independencia con respecto al PSOE -a Madrid, en definitiva- y reorientar su programa en la dirección más tradicionalmente querida por el mundo nacionalista. Por eso han insistido en el autogobierno, las infraestructuras y la lengua (de pronto, en Cataluña no hay dos lenguas oficiales, sino una), mientras que se han aguado todo lo posible reivindicaciones más progresistas, como las que el PSOE acaba de aprobar en su congreso, del tipo del aborto, la eutanasia y el laicismo.

El nuevo presidente del partido, Isidre Moles, ha puesto la guinda. Le han preguntado qué es lo que identifica a los socialistas y no ha dudado: "La libertad". Moles es catedrático de Ciencia Política. Yo, que sólo soy licenciado en lo mismo, creía que lo que definía al socialismo era la igualdad o, en todo caso, las dos cosas.

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