Reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre

Carme Chacón

CARME Chacón, con su tripa total de embarazada, ha dado un paso al frente para la modernidad democrática. Carme Chacón, que ya es nuestra ministra de Defensa, ha puesto firme al ejército del Estado de Derecho, que es poner firme al derecho de todas las mujeres a ejercer una plenitud. A diferencia de otros ministerios, el de Carme Chacón no es que esté, precisamente, vacío de contenido. El contenido del ministerio de Chacón ya sido el carbón, la lumbre y la esperanza de toda nuestra vida más reciente, porque el ejército, en España, ha tenido siempre la misma fuerza viva que la Iglesia. Carme Chacón es mujer y está embarazada, pero su embarazo natural no debe de ser muy superior al embarazo psicológico, embarazo de germen, de raíz en el conflicto venidero, que padeció Manuel Azaña siendo el ministro de la Guerra anterior a la Constitución de 1931. Azaña sabía bien que la democratización de España pasaba por la del ejército, que entonces era un sueño inalcanzable que luego lograría Felipe González. El gran logro de Felipe fue democratizar las estructuras internas del ejército español, y esto es algo que hasta le reconoció el mismo Alfonso Guerra; pero en época de Azaña, cuando ya en 1931 había varias tentativas golpistas por semana y el ministro de la Guerra tenía que despachar todas las mañanas de los lunes con muchos generales descontentos usando el mismo mimo que emplearía por las tardes con el presidente Alcalá-Zamora, el ejército era una realidad de poder, o quizá el máximo poder.

Después, durante cuarenta años, el régimen dictatorial se sustentó sobre la supremacía del ejército triunfante, con su coletazo final del 23-F, cuando Gutiérrez Mellado nos enseñó lo que ya se sabía desde el general Escobar, tan bien novelado por José Luis Olaizola y nunca lo suficientemente recordado: que también desde el ejército era posible servir y ser leal a todos los principios democráticos, empezando por la soberanía nacional representada en el Congreso de los Diputados. Ese mismo Congreso en el que Tejero pegó sus cuatro tiros y del que Manuel Azaña se retiró a Valencia, para salir después para el exilio en Montauban, al sur de Francia, es el Congreso en el que ahora Carme Chacón, embarazada y muy guapa, alta y resultona, femenina y saludable, va a ejercer como ministra de Defensa, un cargo en el que sucede al muy sensato José Antonio Alonso y al algo alocado verbalmente, al estilo quizá de Antonio Maura en la avidez de frases en los medios, José Bono, que como presidente del Congreso promete unas jornadas memorables, algo así como Luis Aragonés en Tengo una pregunta para usted. Total, que España cambia, y parece que es para mejor. Esta mujer cuenta y vale mucho, o al revés, y es por lo que vale que está ahí.

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