Capital del olvido

Provincia postergada, invertebrada. Tierra muda y ciega en su atraso y en su soledad

Al PP le caen las tortas de dos en dos, porque si el lunes fueron las banderillas negras a José Antonio Nieto lo de ayer con los Presupuestos Generales y sus datos provincializados fue un rejón de castigo en toda regla, casi que un rejón de muerte. Nada inesperado sin embargo, pues cualquiera un poco avisado sabe que el descenso a los infiernos de la provincia de Córdoba es cosa de largo aliento y que va mucho más allá de la crisis económica y de sus demonios. Las cifras que llegan de Madrid y Sevilla así lo constatan año tras año, aunque incluso el más informado no podrá sino sorprenderse un poco ante la absoluta mierda de cuentarrillas (y disculpen) que Rajoy y Montoro han preparado con la anuencia supongo que silente del citado Nieto, de Rafael Merino o de nuestro flemático y culto subdelegado del Gobierno, que ahí sigue en su cargo puestecito de perfil y sonriente mientras los años van pasando y los dineros menguan. Poco celo en defensa de su tierra se les observa a los tres, aunque esperar otra cosa sería de locos conociendo el paño político que cunde en la España interior, bovina y ensimismada. Pero no sólo hay que mirar a los políticos, que ellos son el medio, gente que va y viene, sino también a una sociedad civil viciada que ante estos atropellos y olvidos sangrantes es incapaz de decir esta boca es mía. Una sociedad civil, como tantas veces se ha dicho, conformada por colectivos panduristas, politizados, ideologizados, anhelantes de la subvención o el carguillo y que por ello callan lo que haga falta y tragan con lo que sea. Y mientras eso no cambie, tontería es bregar, porque la única solución para que Córdoba pueda salir de esa España interior, rural y olvidada que se lleva construyendo desde el siglo XIX pasa por una reivindicación social fuerte, ajena a la partitocracia y a sus intentos constantes de secuestro. Como indicios no hay de que tal cosa ocurra, lo único que queda es pues seguir pagando al fisco con cara de bobos para que luego Montoro nos olvide e irse preparando para despedir a nuestros hijos en los andenes cuando aquí no encuentren nada para vivir. Córdoba, en fin, capital del olvido. Provincia postergada, invertebrada. Tierra muda y ciega en su atraso y soledad.

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