TODOS los que somos padres hemos asistido esta semana a la función navideña del nene en el colegio. Ángeles, pastores, estrellas, ovejas, copos de nieve, Reyes Magos o, si ha habido mucha suerte, María y José han hecho las delicias de progenitores y abuelos que se hacinaban en salones de actos por lo general gélidos para babear sin recato alguno viendo a los pequeños. De estos teatrillos hay que sacar dos conclusiones: una que no hay nada más tenso que los minutos iniciales en busca de una silla -ahí no hay amistades que valgan-, y dos, que los fabricantes de videocámaras deberían hacer sus anuncios en estos días dada la cantidad y calidad de modelos que se ven. Y aún queda darle la tabarra a la familia en Navidad con las dos horas de festejo.

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