Crónica Personal

Cambio de estrategia

Sánchez ha debido escuchar el runrún de descontento y reconsidera decisiones que habían caído muy mal

Pedro Sánchez va de desafío en desafío hasta no se sabe si derrota o triunfo final. Ha provocado la polémica en torno al rey Felipe -con la ayuda inestimable de sus socios podemitas-, cerrado Madrid cuando los índices de los confinamientos por barrios comenzaban a rebajar las cifras de afectados, ha abierto el melón de los indultos, espantado a expertos y ciudadanos de a pie con la amenaza de la subida desmesurada del iva y un largo etcétera que se agravaba cuando el presidente se refugiaba en el silencio cada vez que Pablo Iglesias y sus compañeros tensaban más la cuerda con declaraciones intemperantes y peligrosas por su inconstitucionalidad.

El fin de semana ha debido servir al presidente para reflexionar sobre el alcance de sus posturas y la tensión que ha añadido a la tensión que ya existía. Ha cogido el teléfono -él mismo o Iván Redondo- para llamar al Jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín, y preparar un programa en el que veremos a Sánchez acompañando al Rey en varios actos: patronato del Instituto Cervantes, viaje a Barcelona -ay, ¿por qué ahora y no antes?- y comparecencia conjunta el 12 de octubre en los actos de la Fiesta Nacional. No habrá recepción, pero sí una parada militar.

Estamos ante una clara y muy bien calculada marcha atrás del Gobierno en asuntos muy sensibles que había abordado como elefante en cacharrería, y probablemente el propio Sánchez se ha dado cuenta de que los frentes abiertos eran excesivos, ha asumido sugerencias de colaboradores que saben cómo respira la calle… y ha cambiado de estrategia.

No hay que dejar de lado lo que ocurre en la Unión Europea, donde la presidenta de la Comisión o la propia Angela Merkel han dicho que España es uno de los principales problemas que tiene la UE. A lo que se añaden informes demoledores de Bloomberg sobre la economía española y un reportaje muy crítico de The Economist.

Sánchez se siente muy seguro respecto a los apoyos que le garantizan la continuidad en el Gobierno, pero la estabilidad de un Gobierno depende también de que la ciudadanía se siente conforme con sus iniciativas. Y es evidente que a un porcentaje alto de españoles los españoles le preocupa lo que sale de La Moncloa.

Sánchez ha debido escuchar el runrún generalizado de descontento y reconsidera decisiones que habían caído muy mal. La primera, relacionada con la monarquía, que es inmediata. Y respecto al IVA una voz muy autorizada asegura que no se contempla la subida que ha sido unánimemente criticada por los expertos.

Sánchez rectifica.

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