Huele a tierra mojada, refresca, va pegando la rebequita; apuramos las últimas puestas de sandalias y sufrimos las primeras rozaduras del talón cubierto. Tiempo de atuendo raro que da paso al de retomar normalidad en la actividad. Tras el olor al plástico del estuche de estreno, al forro de los libros y a los zapatos del cole nuevos -de varios números más-, anochece más temprano. Ducha, cena, dientes, pipí y a la cama. Benditos estribillos propios. La felicidad y la calma la dan también reentonar esos cánticos.

La felicidad y la calma la dan las nueve de la mañana en orden, esas nueve de siempre. Las nueve y a empezar. Carreras, llantos, prisas y risas. Que dan las nueve. Con la llegada de las benditas nueve hemos podido organizar el turno de mañana en su tono natural. En estos días, además, los valientes de la tarde nos van regalando las tardes de antes.

Empiezan las extraescolares. Esos que llevan año y medio con peripecias para cumplir normas, aforos, limpiezas y desinfección empiezan a abrir sus puertas y a darnos ritmo y oportunidad a todos, a ellos, a ellas, a nosotros. Puesta a punto de instalaciones y espacios, muchas vueltas precedieron a la reapertura que hoy saboreamos; inventando, imaginando, más exigentes que la autoridad, más cautos que los más cautos, dando mucho más de lo que se les pide. Extremando medidas, más conscientes que nosotros mismos de lo que dejamos en sus manos.

Estos días vuelven las tardes. Replegando lo online, empieza a recuperar terreno el reencuentro. Sonrisas tras mascarilla, besos y guiños desde la distancia de seguridad marcada y cumplida. Volvemos. Retomamos ilusión, vida y ritmo; el entrenamiento, las clase de guitarra y ballet, el inglés, la flauta o la pintura. ¡Qué bueno volver! Que sanas son estas seis de nuevo. Son las seis de antes, las seis normales, las seis de siempre, las benditas seis.

Porque estas seis son vida. Vida y actividad más allá de la destreza en la disciplina elegida, esa que cuadra en horario y conforma el tetris de la tarde y de la logística familiar, esa que nos permite fichar, cuadrar jornada, cumplir horarios y completar el puzzle de todos.

Saldrán pianistas, pintores, algún futbolista, puede que también alguna bailarina pero mientras las figuras llegan, muchos otros recorrerán el camino de las seis. También a eso y en eso de las seis forjarán su carácter, recogerán valores, amigos, enseñanzas y alguna esencial frustración. Crecerán. Qué necesarias las nueve, qué importantes y necesarias las seis.

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