En lo que a priori no pretendía ser un canto feminista -que lo será- me veo obligada con mis iguales, con mis congéneres, con mis amigas, a levantar la voz por todas aquellas que llevan días metiendo en Google goma eva-imágenes, en busca de algo que les dé luz en pro de la reputación de sus hijos e hijas en el cole. La celebración del carnaval en los centros escolares, supone un reto para colmar expectativas de profes, ampas e hijos; hay que estar a la altura, no les podemos fallar. Tras años sin Sección Femenina, sin que se nos haya exigido saber coser, convencidas de que lo de hacendosas no computaba, llegan la maternidad y las fiestas de disfraces y tiran por tierra años de lucha.

Y es que la maternidad también tiene eso, que nos abofetea con realidades supuestamente superadas y, así, han pasado la semana muchas mujeres brillantes que conozco. Sí, las listas más listas, las que, con una proyección profesional indubitada, resuelven y se comen el mundo laboral, han tenido que adelantar el despertador o andar de madrugada pegando las estrellitas a la falda. Porque además de listas, brillantes y resolutivas debemos tener ingenio, ganas, tiempo y destreza. Desde la que el viernes llevó al niño vestido de residuo y a la niña de energía renovable hasta la que la guarde le impuso el disfraz de buzo, se han visto desveladas; para coser la raspa, para inventar las botellas de oxígeno tamaño niño con pañal, y hallar en el tubo de la máquina de oxígeno de la bisabuela el elemento que le faltaba. Mi admiración a todas ellas. También a las que aprovecharon la pausa-café para ir al chino más cercano. Sí, mi solidaridad y empatía con las que compran, y todo el temple con el sentimiento de culpa y trampa que seguro, ha merodeado por su fuero interno.

Mi agradecimiento eterno a las pistolas de silicona, que corrigen las carencias de una generación sin dominio del punto de cruz. A las que les cuesta interpretar el sistema de patronaje tanto como los mapas de astrofísica, mi aliento. Porque ilusas, nos llegamos a creer que podíamos pasar por esta vida sin acercamiento al corte y confección, porque leímos a Simone de Beauvoir y a Virginia Woolf y nos convencimos; sin prever que la seño nos recordaría que somos mamás y no iba a ser tan fácil, que, junto a las agendas con ponencias, macrojuicios y objetivos empresariales, tenemos que saber hacer galletas con las migas del pan y esta semana, disfraces con nuestra nueva aliada, la goma eva. ¿Lo de Eva será casual?

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