La vida vista

Félix Ruiz / Cardador /

Nunca tantos...

YA comienzan a ambientarse Cruz Conde, las Tendillas, Gondomar, Gran Capitán y aledaños cuando empiezo a escribir este artículo con vocación celebratoria, primaveral y presabatina. Shopping night en Córdoba, noche de compras y de bullicio, así que, ya saben, alegría consumista a modo de espejismo en mitad de este largo desierto económico que recorremos miles y miles de cordobeses con la lengua fuera. Sólo por ver a la gente con aire de verbena y lanzada a la calle merece la pena, del mismo modo que será un gustazo ver hoy El Arcángel repleto de aficionados que ansían una victoria ante el Mallorca para poder oler, aunque sea aún a lo lejos, el perfume de la Primera División, del que por aquí sólo saben los más viejos. Para los jugadores de Albert Ferrer, tras meses de aventura, llega pues el Día D, la Hora H, y lo hace al mismo tiempo que Europa recuerda la gesta militar del Desembarco de Normandia, que se produjo hace justamente 70 años. Día D, Hora H. Se suele decir de aquella operación bélica legendaria que fue el comienzo del fin de la II Guerra Mundial, el giro de la siniestra trama, el momento en el que el bigotillo espantoso que gastaba Adolf Hitler comenzó a oler a chamusquina, derrota, desvarío y suicidio. Se suele decir, claro, porque cierto es, pero quizá incluso esa valoración se quede corta, no alcance. La gesta de Normandía, en puridad, representa la victoria de una visión del mundo libre y democrático frente a otra dictatorial y salvaje. Civilización frente a barbarie aunque estemos hablando de una batalla con miles de muertos. Mucho tiempo ha pasado y casi nadie queda de los que salieron vivos de las playas francesas y de todo lo que vino después, pero su arrojo y su epopeya ha marcado nuestra vidas de tal modo que ha permitido que ahora vivamos algunos en sociedades libres (pese a sus defectos) y podamos disfrutar de esos placeres como salir de compras aunque sea con poco presupuesto o ir al fútbol para disfrutar cuando menos de un 1-0 de rebote. "Nunca tantos hombres le debieron tanto a tan pocos", dijo el enorme Winston Churchill por aquellos años, y qué verdad. Nunca deberíamos olvidar a aquellos héroes, muchos de ellos muertos en plena juventud, que allanaron el camino para que emergiese una Europa muy distinta a la que pudo ser. Conviene no olvidarlo porque de aquel dolor viene esta alegría de poder vivir en paz y en libertad.

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