Tomates y calabazas

Lourdes Chaparro

lchaparro@eldiadecordoba.com

Así no

Hay quien tiene poca cabeza y ni siquiera mira por sí mismo en primer lugar y menos por los demás

Realmente ya no se qué hay que decir, ni quién, ni tampoco qué hacer con aquellos que parece ser que no tienen dos dedos de frente y que se están saltando a la torera todas las medidas de seguridad y de prevención. Pero tanto en Córdoba y sus bares, como en Núñez de Balboa en Madrid, que las distancias de seguridad establecidas por el momento son iguales para todos y también la libertad de expresión, independientemente del barrio en el que vivas.

En esta primera semana de la fase 1 hay quienes se han desquitado tras dos meses de encierro. No deben acordarse de los 60 días y 60 noches que han pasado sin poder llevar una vida normal en prevención de su propia salud y para evitar saturar los complejos sanitarios a cuenta del coronavirus. No, ahora resulta que todo ese esfuerzo que se ha realizado de manera generosa -aunque siempre ha habido alguno que ha tirado por la calle del medio y le ha dado igual lo del estado de alarma- se puede tirar por la borda y hay que llenar los bares y las terrazas, que también -que bastante llevan ya en Córdoba con la pérdida de la temporada alta-, pero todo tiene un precio y las imágenes que han circulado por redes en estos días demuestran que hay quien tiene poca cabeza y que no mira, ya no digo por sí mismo en primer lugar y aun menos por los demás, incluso por su propio negocio o por tantos que quedan aún por abrir y que andan estos días echando cuentas e intentando reinventarse para continuar a flote.

A estas alturas desconozco ya el número de sanciones interpuestas por la Policía Local y la clausura de veladores que se han llevado a cabo desde que la hostelería ha empezado a prestar servicio en las terrazas, ese mismo que todos ansiábamos. Y así no se puede continuar. Es cierto que la euforia nos puede llevar a tomar decisiones desacertadas -en esta crisis del coronavirus se cuentan a patadas-, pero es necesario también un poco de responsabilidad, de simple cordura, ahora que nos dicen que estamos lejos de la inmunidad de rebaño tan deseada para sortear el coronavirus.

¿Tanto cuesta, de verdad, respetar un poco las normas? Lo pregunto porque todos nos hemos rebelado en algún momento de nuestra vida porque no hemos compartido los argumentos contrarios o no hemos entendido ni visto el peligro, pero esto nos excede a todos. Así no, de verdad, aunque mañana sea sábado.

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