Veredas livianas

Noelia Santos

nsgemez@eldiadecordoba.com

Cada uno con lo suyo

Puede que el imaginario que has construido cada noche se transforme en éxitos que tocar

El miedo imparable a romper lo seguro es el freno constante en tres de cada cuatro canciones indie. La zona de seguridad, pequeña o gigante, nos deja dormir un mínimo de seis horas y a ver quién está dispuesto a perder eso. Y quieres dar el paso, traspasar la línea y ver si lo de fuera es mejor que la monotonía que soportas por el pavor insostenible a lo desconocido.

No das el paso aunque te imaginas cómo sería si lo hicieras. Piensas en todas las palabras que usarías y en las formas de rebatir que emplearías. Ahí estarías tú, cerrando con fuerza la puerta de un despacho mientras caminas con media sonrisa y una banda sonora épica, música de orquesta, trap, reguetón, lo que sea. Quizá rompas la línea recta dando el portazo en casa de tus padres. Lanzando el currículum a países de los que desconoces su capital. Lo mismo quiebras la seguridad poniendo en palabras lo que durante meses no has sabido ni decir con historias de Instagram.

Pero es que no lo haces. Sólo lo ordenas, lo piensas, lo imaginas y te duermes. Porque el miedo es lógico y la posible pérdida navega en todos esos pequeños momentos de arrojo que se te desvanecen como todas las palabras que todavía no te has atrevido a decir. Porque la merma que conllevaría dar el paso te haría perder un sueldo de mierda, que siempre es mejor que un sueldo que no existe. O te quedas sin la confianza ganada a base de ganas que no explotan. El paso dado, quién sabe, puede que te haga sentir aún más perdida de lo que ya estabas.

Por eso hay que acercarse mucho a quienes rompen la barrera. A los que lo hacen por dignidad laboral, por locura transitoria, por hartazgo con el microsistema, por un miedo al fracaso limado a base de palos o por una historia que podría convertirse en legendaria porque al final las ganas explotaron por el camino correcto.

Que seguramente nada de esto trate sobre cobardía o valentía. Que cada uno con lo suyo. Que las circunstancias pesan y te rodean y te dicen que te pares y que pienses y que a ver si la vas a liar. Que a lo mejor a ti te vale con pensarlo, imaginarlo y dormirte y mira, hacia delante. Pero también puede ser que el imaginario que has construido cada noche antes de dormir se transforme en éxitos que tocar. Y ahí, seguramente, el miedo ya no sea imparable.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios