Hacerse mayor tiene algunas -pocas- ventajas. Una de ellas es poder comprobar la veracidad de las cosas que se dicen con respecto a los sucesos que uno ha vivido y conocido de primera mano. Ahora, por ejemplo, hay un proyecto deliberado entre nuestra izquierda más gritona por destruir el legado de la Transición. El soporífero discurso de Pablo Iglesias en el debate de la moción de censura intentaba explicarnos que el régimen que se inició con las elecciones de junio del 77 es un régimen tan incompetente y corrupto como la Restauración de Cánovas. Sin embargo, el régimen de Cánovas se fundaba en el caciquismo más desvergonzado, en los fraudes electorales y en el desprecio sistemático hacia todo avance social. En cambio, el régimen que se instauró en el 77 se basa en todo lo contrario. Y si hay fallos y si hay corrupción y si hay recortes -y los hay, y muchos-, esos fallos no se deben al sistema en sí mismo, sino a los usos perversos de los partidos políticos que se lo han apropiado.

Algún día habrá que decir bien alto que si hay un momento histórico en que el heroísmo colectivo del pueblo español se manifestó con la mayor grandeza posible, ese momento fue el mes de junio de 1977 del que ahora se cumplen 40 años. Se mire como se mire, todas las demás explosiones de heroísmo anónimo de nuestra historia -el Dos de Mayo, el pueblo desarmado que se opuso a la sublevación militar del 36- acabaron en derrota completa. Y a lo largo de nuestra historia, sólo ese movimiento sereno y cívico de junio del 77 logró terminar bien. Y en este sentido, no convendría olvidar a las miles y miles de personas del bando republicano que lo habían perdido todo en la Guerra Civil y que aun así prefirieron optar por el coraje cívico de aceptar el reformismo democrático y reconciliarse con sus enemigos seculares.

Ahora que nadie parece acordarse de ellos, habría que gritar bien alto el nombre de miles y miles de socialistas, comunistas y republicanos que aquel junio de 1977 decidieron ser, más que cualquier otra cosa, ciudadanos libres de un país libre. Dolores Ibárruri, Santiago Carrillo, Victoria Kent, Marcelino Camacho, Nicolás Redondo, Rafael Alberti, Josep Tarradellas... Ahora que muchos bocazas pretenden convertirlos en traidores, repitamos bien alto que fueron ellos los mayores héroes de nuestra historia reciente. Ni más ni menos.