Opinión

Agustín Jurado

Antitaurinos y fútbol

Hace poco más de veinticuatro horas estaba penando más que viendo torear a José Tomás. Los alemanes no merecían la final. No pasaron del puro arreón de manso pero daban un miedo grandísimo. La tozuda historia les daba la razón. Debían ganar por tradición y nosotros perder por complejo. Un complejo que nos ha llevado toda la vida a mirarlos hacia arriba con vergüenza de pequeños admirando su altura como perfecta sin pensar que se debía a alguna necesidad que nosotros arreglábamos cogiendo una escalera. No fue así. Dos trincherillas y veinte naturales doblegaron a una Alemania que de no ser por tratarse de una final en Las Ventas hubieran tirado para tablas después de la primera puya.

Pero casi tan grande como conseguir el campeonato me resultó el ambiente. Banderas de España, toros y gente vestida de torero ha paseado palmito por Viena y correteado por las montañas de Heidi sin tapujo ni pudor. Alemanes, griegos, rusos, suecos e italianos no han parado de hacerse fotografías con banderas con el toro de Osborne como escudo y con grupos de toreritos de fantasía en armonía y naturalidad. Resulta gracioso ver que un país que ha pasado por dictaduras, repúblicas, democracias y cuantas fórmulas de gobierno han sido inventadas se pase escudos e himnos por la faja de la taleguilla y, a la hora de la verdad, reconozca como suyo al único icono que nos diferencia. Y es que lo queramos o no, nuestra imagen exterior, aparte de otros iconos menores como el tricornio, la peineta o el sombrero cordobés, es el toro bravo. Europa y el mundo entero lo sabe, lo reconoce y lo acepta perfectamente. Nos están diciendo que no debemos ocultar nuestra personalidad igual que no hemos ocultado el mejor fútbol que se practica posiblemente en el mundo a nivel de selección. Ahora lo hemos aceptado, nos lo hemos creído y nos hemos traído una copa en el saco.

Hoy mucha gente luce camiseta roja, los niños que pasean por el parque, las señoras que arrastran los cochecitos por el jardín, los que se toman una cerveza en el bar, y se han puesto por montera, por una vez, los complejos de país de pequeñitos y tostaditos de tez. Por eso, quienes niegan la presencia cultural del toro en nuestra sociedad, ni son futboleros, ni son europeos, ni saben de nada. El toro ha ganado la Eurocopa.

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