Cambio de sentido

'Animalías'

Hay otra forma de maltratar a los animales: pretender que sean prácticamente humanos

Diciembre, 2016. Titulares: Apalean al burro del belén de Cuevas de Almanzora. Osuna: tiran tres galgos a un pozo seco. El concejal de urbanismo del pueblo almeriense de Rioja arroja a una zanja a su caballo vivo. Es la España, la misma España grotesca, atroz, que Francisco de Goya atravesó con su trazo abierto en las Pinturas negras o Los caprichos. Es su Perro semihundido, el Borrico que anda a dos pies, su Miren qué graves. Es la España de secarral, astilla y hombres como hurones de La caza de Carlos Saura; las bestias muertas sobre el piano onírico de El perro andaluz; el rebuzno de los machos del Guernica. Es la España de gañanía que desde niña apedrea perros, ahorca galgos, embola toros, siente un placer casi sexual al arrancar alas y encuentra deleite sublime en el espectáculo del último estertor de las criaturas.

De otra estética, fría y aséptica, triste y suprarrealista como una película de Roy Andersson, resultan las innovadoras formas de vida y muerte animal en cadena que el modelo social y económico crea y justifica, concediéndonos la bula de comer carne todos los días. La matanza tradicional del cochino, el chivo o el cordero tiene el aire voluptuoso de los bodegones y se celebra con la reverencia de lo sacrificial, se honra con la alegría el alimento. La naturaleza muerta de la sección de congelados parece que jamás estuvo viva.

Pero hay al menos una forma más de cometer animalías -permitan que me invente el término-, de no respetar a los animales, de tenerles un trato anómalo y profanar su esencia: pretender que sean prácticamente humanos. Como en una fábula doméstica, yo he visto perros acudiendo al psicólogo, o atrofiados de no poder caminar por el parqué, o asfixiados de dueño y de calima; sé de pájaros que ignoran el vuelo, de bichos exóticos en pandillas canis, de pisos que huelen a zorruno y borregos que apestan a Norit. Yo he escuchado la historia de aquel que mató una pava a besos, y a una madre afirmar muy seriamente que le dolería más perder a su perrita que a su hija. Muy pronto los gatos aprenderán a hacerse selfies. Los Perros jugando al póquer de Coolidge -y fumando, bailando, jugando al béisbol o declarando en la corte-, son el vivo retrato de la nueva animalía contemporánea.

Les quiero felicitar las Fiestas con la más hermosa y conmovedora estampa de Murillo: La Sagrada Familia del pajarito. Todo un tratado de amor a los animales. Contémplenla. Paz.

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